El torneo británico utiliza una herramienta técnica para determinar cuándo las condiciones climáticas se vuelven peligrosas: se trata del Índice de Temperatura de Globo de Bulbo Húmedo (WBGT, por sus siglas en inglés).
A diferencia del termómetro convencional, este índice considera la temperatura del aire, la humedad y la radiación solar sobre la superficie de juego, lo que permite medir el verdadero nivel de estrés térmico que sufre un atleta en la cancha.
Cuando el valor del WBGT supera los 30.1°C, Wimbledon activa su regla del calor. Esta permite que los jugadores de partidos de singles, ya sea masculino o femenino, puedan tomar un descanso de 10 minutos.
En partidos al mejor de cinco sets, el receso se da al final del tercer set; en los partidos al mejor de tres, se otorga al terminar el segundo set. El descanso puede ser solicitado por solo uno de los jugadores, sin acuerdo previo o consulta.
Durante ese tiempo, los tenistas pueden salir del court, pero no pueden recibir coaching ni asistencia médica. Esta regla no se aplica si el partido se disputa bajo techo. Si un partido en curso mantiene la regla activa, se respetará hasta el final, aunque el WBGT luego baje. Las mediciones se realizan 30 minutos antes del comienzo del juego, y también a las 14 y a las 17, hora local.
Con temperaturas previstas que rozan los 33 o 34 grados y una sensación térmica que podría alcanzar los 37°C, los jugadores y espectadores se preparan para jornadas intensas. Aunque el récord absoluto de calor en Wimbledon fue de 35.7°C en 2015, las condiciones actuales obligan a extremar los cuidados.