La derrota ante Atlético Tucumán por Copa Argentina fue la gota que rebalsó el vaso. Boca quedó eliminado en los 16avos de final, y el presente institucional volvió a quedar en el centro de la escena: un club sin rumbo futbolístico, con decisiones erráticas, un Consejo de Fútbol que nadie termina de entender qué función cumple y un ídolo que, de a poco, empieza a sentir el peso del desgaste.
Juan Román Riquelme fue uno de los últimos 10 con magia. Un jugador distinto que marcó una época y llenó vitrinas. Pero desde que asumió como dirigente, el club que dice amar no para de acumular papelones. La lista es larga, pesada y se sigue escribiendo: afuera dos veces consecutivas de la Copa Libertadores, una racha negativa de diez partidos sin ganar, salidas polémicas de técnicos, jugadores e incluso empleados del club, y un presente que no ilusiona a nadie.
Como si todo eso fuera poco, el año ya lo comenzó con otro golpe internacional: empate ante el Auckland City en el Mundial de Clubes, un equipo amateur de Nueva Zelanda que dejó a Boca nuevamente en ridículo. Ni la llegada de Leandro Paredes, campeón del mundo con la Selección, sirvió para torcer el rumbo.
Desde aquel título de Superliga ganado en 2020 con Miguel Russo como DT, todo fue cuesta abajo. Técnicos que duran poco, jugadores que entran y salen sin dejar huella y decisiones internas que se toman a puertas cerradas, donde quien no se alinea con el Consejo termina afuera.
El caso de Sebastián Battaglia fue un claro ejemplo. Ganó dos títulos y fue despedido luego de hablar de refuerzos en conferencia. Lo echaron en una estación de servicio. Con Hugo Ibarra pasó algo parecido. Y después llegó Jorge Almirón, que llevó a Boca a una final de Libertadores... para luego irse también sin pena ni gloria.
La conducción de Riquelme, hoy presidente tras ganarle las elecciones a la fórmula Ibarra-Macri, parece más enfocada en el control interno que en el armado de un equipo competitivo. Lo deportivo está en crisis, y el hincha, que siempre bancó al ídolo, empieza a cansarse. Tanto que para este jueves se organizó un banderazo en la Bombonera: “Por la renuncia de Riquelme y el Consejo”.
Boca ya quedó eliminado de todos los torneos del año, y ni siquiera la clasificación a la Libertadores 2025 está asegurada. Solo le queda pelear el Torneo Apertura, un objetivo que hoy parece lejano para un equipo sin identidad ni conducción clara.
Riquelme fue uno de los máximos ídolos de la historia de Boca. Pero su etapa como dirigente lo encuentra cada vez más lejos de la gloria y más cerca del reclamo popular. En la Bombonera ya no se escucha “Riquelme, Riquelme” con devoción. Se oyen silbidos, bronca y una pregunta que retumba en los pasillos del club: ¿hasta cuándo?