El reloj marcaba las 23:50 del miércoles cuando el silencio de la autopista A-52, en Zamora, fue quebrado por una explosión brutal. Un Lamborghini Urus, vehículo de alta gama conducido por el futbolista portugués Diogo Jota, acababa de estrellarse contra las defensas metálicas tras un presunto reventón de neumático mientras realizaba un adelantamiento. Lo que siguió fue una escena escalofriante: el coche se incendió por completo, atrapando en su interior al delantero del Liverpool y a su hermano André.
Las imágenes tomadas por un automovilista que pasaba por el lugar, aún sin saber que dentro del vehículo estaba la estrella del fútbol, muestran una bola de fuego devorando lo que alguna vez fue uno de los SUV más lujosos y potentes del mundo.
Las llamas eran tan intensas que nadie pudo acercarse. Los cuerpos de Jota y su hermano fueron hallados calcinados. No hubo margen para el rescate.
Ya de día, la escena era devastadora. La tierra aún quemada, los arbustos carbonizados y pedazos retorcidos del guardarraíl contaban la historia muda del impacto. Apenas restos metálicos y algunas piezas derretidas del Lamborghini quedaron esparcidos sobre la banquina. El coche, valorado en más de 200 mil euros, había quedado reducido a cenizas. De la reconocible silueta del Urus no quedó prácticamente nada.
Jota, de apenas 28 años, viajaba desde Portugal hacia Madrid junto a su hermano André, futbolista del Penafiel. El destino les tenía marcada una tragedia sin retorno. Según informaron fuentes policiales, el accidente se produjo a alta velocidad y no hubo signos de intento de escape: todo fue en cuestión de segundos.
El Lamborghini Urus, símbolo de poder y velocidad, pasó de ser un ícono del lujo deportivo a el epicentro de una tragedia que sacudió al fútbol mundial. En las redes sociales, se multiplicaron los mensajes de despedida. Mientras tanto, las imágenes del auto calcinado siguen circulando con una crudeza que hiela la sangre: así fue el final de Diogo Jota, envuelto en llamas en la noche zamorana.