La primera estrella continental de Independiente marcó un antes y un después en la historia del fútbol argentino. El 12 de agosto de 1964, en la antigua Doble Visera de Avellaneda, el Rojo derrotó 1-0 a Nacional de Montevideo y levantó por primera vez la Copa Libertadores, un trofeo que luego haría propio como ningún otro club en el continente.
Dirigidos por Manuel Giúdice y con Jorge Maldonado como capitán, los de Avellaneda iniciaron su camino en el Grupo 2 junto a Millonarios de Colombia y Alianza Lima de Perú. Con seis puntos en cuatro partidos (cuando la victoria otorgaba dos unidades), se clasificaron primeros y accedieron a las semifinales.
Allí los esperaba un gigante de la época: Santos, con figuras de peso y la ventaja inicial en el Maracaná. Los brasileños ganaban 2-0 a los 34 minutos del primer tiempo, pero Independiente reaccionó con la garra que lo haría leyenda. Mario Rodríguez descontó, Raúl Bernao empató y, sobre el final, Luis Suárez marcó el 3-2. En la revancha en Avellaneda, otra victoria, esta vez por 2-1, selló el pasaje a la final.
El primer capítulo ante Nacional, jugado en el Centenario, terminó 0-0. Todo quedó para la revancha en casa, y fue allí donde Mario Rodríguez, a los 35 minutos de la primera mitad, anotó el gol que coronó al Rojo como el primer club argentino campeón de América. Ese día comenzó la leyenda del “Rey de Copas”.