Sid Veijer, una de las grandes promesas del motociclismo mundial, falleció este fin de semana tras una lucha de dos semanas por su vida. A los apenas 7 años, Sid sufrió un accidente durante un entrenamiento en un circuito de minimotos en Swalmen, Holanda, donde se entrenaba para competir al más alto nivel. La noticia conmovió a la comunidad internacional, no solo por la muerte de un niño prodigio, sino por el peligro que enfrentan los niños al ser sometidos a condiciones extremas de competencia a tan corta edad.
Sid Veijer murió debido a las graves lesiones que sufrió al caer durante su práctica. Tras el accidente, fue trasladado de urgencia a diversos centros médicos donde pasó sus últimos días luchando por su vida. Aunque en un primer momento se mostró una leve mejoría, su salud empeoró rápidamente y, finalmente, el joven piloto perdió la batalla contra las heridas.
"Sid luchó como un león, pero no pudo ganar esta pelea", compartió la familia del piloto en un comunicado oficial. La tragedia no solo remueve el dolor de una familia, sino que pone en foco nuevamente la presión que se coloca sobre los niños que, como Sid, son empujados a competir en condiciones extremas, como si fueran adultos profesionales. La industria del motociclismo, tanto a nivel nacional como internacional, fue criticada en múltiples ocasiones por permitir que niños participen en competencias que exigen una destreza y resistencia fuera de su alcance.
Otro caso conocido, el argentino Lorenzo Somaschini
La historia de Sid Veijer se suma a la de otro niño, Lorenzo Somaschini, un piloto argentino de 9 años que también perdió la vida tras un accidente en un entrenamiento en Brasil. Somaschini sufrió una caída en el Autódromo de Interlagos, donde participaba de una competencia de motociclismo. Aunque la caída no parecía grave, un golpe en la cabeza resultó fatal para el joven piloto, quien había demostrado desde pequeño un talento excepcional para las motos.
Según fuentes cercanas al hospital donde se atendió al joven piloto argentino, el nivel de exigencia para estos niños es increíblemente altoy sus cuerpos y mentes no están preparados para tales demandas. Esta presión para que los niños compitan a un nivel tan alto está tomando una creciente relevancia, especialmente después de tragedias como la de Sid y Lorenzo.