El fútbol argentino ha perdido a uno de sus íconos. Hugo Orlando Gatti falleció a los 80 años luego de estar dos meses internado en el Hospital Pirovano, al que ingresó por una fractura de cadera que luego derivó en la neumonía que finalmente iba a terminar con su vida. En las últimas horas se supo que la familia del legendario arquero decidió retirarle el respirador mecánico ya que su estado de salud era “irreversible”. El fallecimiento del Loco habría ocurrido alrededor de las 17.30hs.
Gatti fue el arquero que más partidos disputó en Primera División. Desfachatada e intrépido, creó un estilo de arquero inédito que marcó a muchos otros durante las siguientes décadas. A lo largo de 25 años y un total de 765 partidos (entre 1962 y 1988) defendió el arco de Atlanta, River, Gimnasia y Esgrima La Plata, Unión y Boca, con el que consiguió la primera Copa Libertadores de la historia del club.
Llevaba varios años viviendo entre Argentina y España, el país en el que eligió radicarse y donde formó parte del programa de televisión El Chiringuito durante varios años. El último verano el Loco llegó a nuestro país y allí sufrió hace casi dos meses, una caída que le provocó una fractura de cadera. Fue internado en el hospital, y luego de la cirugía su estado se complicó al contraer un virus hospitalario que le causó una neumonía y una insuficiencia renal.
El diagnóstico de Gatti se volvió complejo, incluyendo "neumonía e insuficiencia cardíaca y renal, en coma farmacológico", condiciones que lo mantuvieron conectado a un respirador artificial hasta el momento en el que su familia decidió que se le quite el respirador. "En virtud a su estado de salud irreversible, sin posibilidad de recuperación, procederán al retiro de ventilación mecánica, en el transcurso del día”, decía el parte médico.
“Yo hice algo: atajé, me cuidé y sigo amando al fútbol como el primer día, pero el que decidió lo fundamental fue Dios. Sin la ayuda del que está arriba, nada hubiera sido posible”, le había dicho en una entrevista a La Nación el año pasado. El Loco supo dejar una huella imborrable en el arco que lo llevó a la Selección Argentina, y aunque una lesión lo marginó en la recta final al Mundial, mientras en River se acrecentaba la figura de Ubaldo Matildo Fillol, arquero que sería el del equipo campeón en 1978, Gatti se las arregló igualmente para, con su estilo dentro y fuera de la cancha, marcar a toda una generación de futboleros.