La muerte de Nisman, más allá de la gravedad institucional que implica, es un capítulo más dentro de una guerra que libran EE. UU. e Irán; que uno de los escenarios sea nuestro país es apenas una circunstancias. Lo grave no es lo que a simple vista se ve, lo grave es lo que no alcanzamos a ver y que seguramente seguirá tapado.
Sí todo el cuadro de situación es preocupante ya de por sí a eso hay que sumarle el grado de ceguera de nuestra dirigencia política, de nuestra dirigencia social y de los principales factores de poder. La burda y triste actuación de los líderes opositores, el tragicómico papel de los amanuenses que siguen al gobierno y la toma de posición de periodistas "serios” que ya tienen en su pluma una narración presta a brindarse en servicio al poder de turno o al contrapoder de los factores permanentes.
Esta es la escena que se presenta a una ciudadanía atribulada que espera con que aunque sea por una vez se conozca algo cercano a la verdad. Una gota de agua en este desierto de certezas. Una mano, apenas tender una mano para no seguir desollando en vivo a nuestra joven democracia.
M.E.G.