EDITORIAL

Todo concluye

La relación de las provincias con el poder central es otra de las asignaturas pendientes que deberá asumir el sucesor de Cristina Fernández. Hasta aquí las provincias han tenido una relación de sumisión con el poder central desde donde se diseñó este vínculo.
domingo, 22 de noviembre de 2015 · 16:09
Lo que parecía interminable concluye muy pronto, el poder cambia de manos. El histrionismo de la presidenta Cristina Fernández deja la escena para ceder el protagonismo a su sucesor. Lo que nos dice el antiguo refrán cobra forma "no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, y debería ser un apotegma grabado a fuego en la piel de quienes asumen responsabilidades públicas. El poder delegado por el voto es un tránsito y usarlo para endiosarse un error muy común entre los gobernantes, la historia está cargada de ejemplos trágicos. Al menos esta vez la Argentina parece encaminada a reemplazar un liderazgo fuerte de manera normal, sin traumatismo y sin la carga trágica que la acompañó a lo largo del siglo XX. Algo parece haber aprendido. Sea quien sea el ganador el cambio ya comenzó.
Es indudable que el nuevo gobierno asumirá con la necesidad de sincerar los números tras el manejo económico de quien se va. No hay analista económico que no hable de ello, la inflación, el nivel de reservas, las tarifas y el gasto público son los principales ítems que junto al dólar forma parte de las preocupaciones con las que deberá lidiar la nueva administración. En un plano cualitativamente diferente también hay que reconstruir la convivencia civilizada, superar "la grieta” que generó el modelo de acumulación de poder del kirchnerismo. Dejar atrás el encono, la intolerancia y lo adversarial para dar paso a una nueva armonía. Poder sentarse a la mesa y hablar de política sin terminar a los gritos y a los portazos también debe ser un objetivo. Una nación se construye con todas sus particularidades, algo que no todos parecen comprender.
La década que se va se debe llevar consigo los abusos de poder, la corrupción rampante que se ha vivido y lo obscenos ejemplos de gobernantes enquistados en sus feudos adueñándose de lo público en beneficio personal y político. Ya basta, es hora de recuperar tradiciones republicanas, la virtud publica, la honestidad ciudadana, la discreción, la austeridad, la buena administración. Quien asuma el próximo 10 de diciembre tiene la oportunidad de comenzar a transitar una nueva senda sin la maleza que espesó al gobierno de los Kirchner. A la opacidad hay que oponerle transparencia y para eso el nuevo gobierno no debe desperdiciar una sola bala. Es un tiempo de espera y de esperanza.
La relación de las provincias con el poder central es otra de las asignaturas pendientes que deberá asumir el sucesor de Cristina Fernández. Hasta aquí las provincias han tenido una relación de sumisión con el poder central desde donde se diseñó este vínculo. Se ha naturalizado de tal modo que suena muy poco la palabra federalismo en boca de la dirigencia política. El cambio en el mapa político emergente de las elecciones de octubre indica claramente que hubo un retroceso del peronismo en bastiones históricos y si bien mantiene su mayoría social el kirchnerismo le ha dinamitado parte de su capital esencial. Que Buenos Aires, Cordoba, Santa Fe ya no sean gobernadas por el peronismo es un dato muy fuerte, de mucho peso. Esta será una de las facturas que deberá asumir Cristina Fernández de Kirchner si es que desea seguir en política.
En pocas horas se conocerá quien será el nuevo presidente de la Argentina, solo un milagro puede hacer que este sea Daniel Scioli, todas las encuestas apuntan a que Mauricio Macri sea el próximo ocupante de la Casa Rosada. Algo impensado hace un par de años. La carga de prejuicios ideológicos y su origen millonario les hizo dificultoso el camino a ambos candidatos. Scioli peleando desde adentro del peronismo y sorteando los obstáculos que desde el mismo kirchnerismo le iban montando, aun así logró imponer su candidatura. Macri todavía está demostrando que no es el neoliberal insensible que viene a por todo. Ambos llevarán –más allá de cualquier resultado- el rotulo histórico  de ser los protagonistas del primer balotaje de la historia Argentina. Ya vencieron a quienes despectivamente opinaban de la imposibilidad de que llegaran a esta instancia. Solo queda esperar que junto a uno de ellos triunfe la mayoría de los argentinos que esperan dar el salto al desarrollo definitivo.

 

M.E.G.



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