La tarea de retener el municipio ha comenzado. Los tiempos se acortan y la realidad y el pragmatismo se imponen. Muchos meses de irrealidad han culminado tras tres derrotas electorales que condicionan la continuidad en el municipio. Los meses de romance entre Pechi Quiroga y el electorado capitalino ha tocado los límites mismos de su existencia. Nunca nadie voto a Pechi para que sea Eisenhower o Adenauer; sin embargo si lo han hecho para que haga de Neuquén una ciudad más cercana a una metrópoli que a una chacra.
Nadie discute eso y además se le reconoce el acierto. Las distintas líneas de crecimiento político de Quiroga se pueden alinear de manera paralela desde las orillas del Limay en ascenso hasta el Neuquén. Y su primera movida cualitativa en términos políticos fue cuando avanzó con la idea del Paseo de la Costa. Siguió ascendiendo hasta el Museo Nacional de Bellas Artes por encima de la multitrocha. Y estaba ahora situándose al nivel de doctor Ramón y Leloir cuando se les dio a sus asesores por convertirlo en filósofo de la derecha en lugar de explotar su espíritu emprendedor.
La misión retener el municipio se ha puesto en marcha y se acabó el tiempo de seguir apostando por los amigos y los afectos ha comenzado la tarea más delicada de esta tercera gestión y son pocos los meses que quedan para recalcular el rumbo.
M.E.G.