EDITORIAL

Sapag, Gutierrez y la brecha que preocupa

Neuquén tiene comprometidos más de 10 mil millones de pesos en deuda. Todavía es un porcentaje manejable dentro del presupuesto generoso. Ese no es el problema estructural, aunque sí el inmediato en lo que hace al manejo de la caja. El problema más serio es que se construyó una realidad, en buena medida, asentada más sobre la expectativa de la realidad que sobre la realidad misma. Hace ya dos gestiones de gobierno que se trabaja pensando en Chihuido I y en el vasto shale de Vaca Muerta. Las dos cuestiones han avanzado, y mucho. Pero su concreción en lo que hace a los beneficios todavía no se efectiviza. Ya no lo podrá aprovechar este gobierno. Tal vez algo pueda colectar el próximo, el de Omar Gutiérrez. Mientras tanto, los gastos están en el nivel de la expectativa, no en el de las cuentas reales. Hay, por lo tanto, una brecha. Es una trinchera abierta que no se puede llenar de palabras solamente, una trinchera que a veces parece marcar la línea entre el atraso y el progreso, y otras, se asemeja a un abismo insondable en el que solo hace falta un mal paso para caer.
sábado, 20 de junio de 2015 · 00:00

Mediados de junio. En pocos días más comenzarán los contactos entre el gobierno neuquino y los gremios estatales. Al mismo tiempo, se prepara la aprobación legislativa para permitir una nueva emisión de títulos de deuda, hasta 300 millones de dólares.Sapag, en silencio, esfuerza el límite de su tolerancia al estilo Scioli con el kirchnerismo. Tendría ganas de elevar una puteada al aire frío de la Patagonia siempre postergada. Pero no es su estilo, y hace lo de la gota sobre la piedra. Insiste, casi sin que se note, para perforar la dura indiferencia que distinguió y distingue a esos animales del poder sin escrúpulos –sostenidos por la difusa ambigüedad del ser nacional- que son los Kirchner.

Neuquén tiene comprometidos más de 10 mil millones de pesos en deuda. Todavía es un porcentaje manejable dentro del presupuesto generoso. Ese no es el problema estructural, aunque sí el inmediato en lo que hace al manejo de la caja. El problema más serio es que se construyó una realidad, en buena medida, asentada más sobre la expectativa de la realidad que sobre la realidad misma. Hace ya dos gestiones de gobierno que se trabaja pensando en Chihuido I y en el vasto shale de Vaca Muerta. Las dos cuestiones han avanzado, y mucho. Pero su concreción en lo que hace a los beneficios todavía no se efectiviza. Ya no lo podrá aprovechar este gobierno. Tal vez algo pueda colectar el próximo, el de Omar Gutiérrez. Mientras tanto, los gastos están en el nivel de la expectativa, no en el de las cuentas reales. Hay, por lo tanto, una brecha. Es una trinchera abierta que no se puede llenar de palabras solamente, una trinchera que a veces parece marcar la línea entre el atraso y el progreso, y otras, se asemeja a un abismo insondable en el que solo hace falta un mal paso para caer.

Se supone que Sapag y Gutiérrez conseguirán, sin mayor esfuerzo, hacer un puente sobre ese abismo con más emisión de deuda, siempre esperando el derrame de lo que vendrá. Con mayor o menor afectación del futuro, es previsible que se consiga. Pero en lo inmediato, la gestión inexorablemente se complicará. En lo doméstico, con los sindicatos estatales, habrá casi seguro un período de confrontación. Los gremialistas ya lo anticipan. "Hace poco estábamos en el paraíso, y ahora estamos en Kosovo. Si quieren Kosovo, lo tendrán”, dijo, subido al podio del desafío, el secretario general de la CTA y de ATE, Carlos Quintriqueo. Los mayores opositores a Quintriqueo no militan en la moderación, sino en un terreno aún más radicalizado. Son los representantes de la izquierda sindical, que han ido copando estructuras lenta y gradualmente. Si Quintriqueo es el moderado, pues entonces el gobierno tiene un problema serio, habida cuenta el histórico nivel de conflictividad neuquino.

Las estrategias de la negociación, no obstante el previsible conflicto, están en marcha. Hay cosas que el gobierno puede resignar para contentar a los sindicalistas de otra manera: no todo pasa por lo estrictamente salarial. Ya la gestión Sapag anticipó un informe de Estadísticas y Censos acerca de la inflación y su desaceleración en Neuquén. De más de 43 por ciento anual, el índice de precios bajó a poco más del 25 por ciento, se afirmó. Unos 18 puntos menos, que se harán valer en los primeros encuentros de negociación. ¿Qué porcentaje de aumento para el segundo semestre esperan los gremios? "No hablamos de porcentaje todavía”, sostienen por ahora los referentes. Es un pequeño indicio de que hay otras cosas en juego.

Entre esas cuestiones hipotéticas, está la recurrente alusión al Instituto de Seguridad Social del Neuquén. Desde siempre, los gremios estatales pretenden conducir la obra social, y la caja de jubilaciones de la provincia. El MPN les ha otorgado participación en los consejos directivos, pero ha reservado para la conducción política del Estado el trono del mandamás. Ahora, la caja de jubilaciones neuquina, que paga el 80 por ciento móvil a sus beneficiarios, que tiene un régimen de aportes bajo, y que reconoce excepciones importantes, como la jubilación de las maestras a los 52 años, está en crisis. En el último ejercicio, dio 500 millones de pesos de déficit. Es una luz roja importante para el Estado, pues el sistema de seguridad social sostiene un sector cada vez más numeroso, y es a la vez el faro de seguridad que no debe caer, la promesa permanente de que Neuquén mantiene su estado de bienestar tan declamado.

Los gremialistas quieren manejar esa caja. Además, quieren que las petroleras financien su desequilibrio. Que se construya según el modelo noruego, un fondo petrolero de reaseguro social para jubilados y empleados públicos. Los gremios razonan de esta manera, y esto es casi inmodificable. Saben que el Estado es supernumerario, pero le echan la culpa a las incorporaciones políticas y a la ausencia de instrumentación del mecanismo del concurso público para acceder a cargos. Saben que la Caja de Jubilaciones pierde plata y se resiente, pero no quieren que aumenten los aportes de los empleados o que se eleve la edad para jubilarse, sino que se incremente el capital previsional a partir del shale de Vaca Muerta. Los gremios estatales quieren aumentar la gobernabilidad compartida. Quieren sentar a sus representantes a la diestra del Gobernador de turno. Es la síntesis final del ejercicio ideológico del neoperonismo neuquino: la legitimación de la corporación político-sindical, la entronización del concepto Estado-Empresa, con participación en las ganancias para sus trabajadores.

Así, la actual coyuntura de transición pone en marcha este debate de fondo en Neuquén. Con el gobierno ya elegido para los próximos cuatro años, comienza nuevamente la discusión de qué estructura político-institucional funcionará mejor con un Estado que pretende incrementar su renta. Es lógico esto en el devenir del microcosmos emepenista. Se verá hasta qué punto la sociedad civil, esa que existe por fuera del Estado y es cada vez más numerosa, tolera o no la posibilidad de refundación híper estatal, en el contexto de agonía del kirchnerismo, justo cuando el país inicia un proceso de reelaboración de estrategias y destinos posibles.

Rubén Boggi

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