EDITORIAL
El difícil momento de Gutiérrez, y Quiroga
Las contradicciones del momento. La batalla que comienza en la capital, con rumbo a un 2019 distinto. La visita de Macri. El ajuste petrolero al lado de la marquesina de Vaca Muerta.Lloverá, pero habrá sequía. Hay gas y petróleo, pero sigue la malaria. Los gobiernos abren las puertas, pero ¿quién entra a peticionar, sino siempre los mismos? La naturaleza y la sociedad neuquina están en concordancia, y no siempre es bueno para el común lo que sucede. Vendrá Macri el miércoles, se afirma nuevamente. Iba a venir el miércoles pasado. El Presidente, y su gobierno, parece que como mínimo tienen que hacer las cosas dos veces para que ocurran. Así de difícil es la Argentina. ¿Por la herencia? Tal vez tiene más que ver por cómo se encara la realidad. Siempre con urgencia, siempre pensando en el presente. El tiempo futuro queda solo para los discursos.
En la capital neuquina, la urgencia pasa por los preparativos para el año electoral que se avecina. El Intendente quiere ganar, con la bandera de Cambiemos. El gobernador también quiere ganar, con la enseña de siempre, que se ha mandado a la tintorería para disimular los años y la inevitable decadencia. Ambos lo necesitan, y las peleas, disfrazadas de oportunas ideas para el presente, se suceden una tras otra.
Arremetió Gutiérrez, vía Mariano Gaido, concejales y vecinalistas, con el proyecto de "desconcentración” municipal. La palabra ha sido cuidadosamente seleccionada para no mencionar la "descentralización”, que es otra cosa, aunque muy bien puede ser lo mismo. El tema es que ya la había usado el Intendente. Y esto es fatal: el MPN mete mano en el Municipio para reafirmar que quiere volver a conducirlo (lo perdió en 1999); y el Intendente reacciona con furia retórica: van atrás, dice. Quieren hacer lo que nosotros ya hicimos, dice, refiriéndose a oficinas abiertas en los barrios y el comienzo (mínimo) del nuevo edificio municipal.
Quiroga, en medio de la ebullición del apriete de Gutiérrez –es político, no institucional, aclaran, grandes los ojos, los enamorados de la "nueva” política- aprieta allí donde al MPN le duele. Por ejemplo, en CALF. No quiere aflojar el 50 por ciento de aumento en la tarifa. Sabe que probablemente la cooperativa tiene razón, porque sólo hay que sumar dos más dos, ver cuánto cuesta el kilovatio y demás cuestiones técnicas que hacen al ajuste de costos. En el barullo, el tema se distorsiona. La confrontación negociadora no durará para siempre, porque se corre el peligro de afectar el servicio. ¿Alguien se imagina una ciudad a oscuras?
En el camino, los discursos se adecuan a la necesidad. No siempre se dice la verdad. En realidad, casi nunca. Se verá el miércoles, si finalmente Macri, en su desgastante hábito de prueba y error, llega a la capital neuquina. El gran tema, de Neuquén para afuera (es decir, lo que Macri querrá que el resto de la Argentina vea) es el de la provincia que puede cambiar la mediocre realidad energética del país. Por eso se habla de un obligatorio vuelo por encima de Loma Campana, Vaca Muerta, Añelo, y todo el territorio asentado sobre la roca madre del rico petróleo, del shale casi mítico.
Esa realidad convive con la del ajuste, duro ajuste. Liderado por YPF, la empresa petrolera que más tiene que ajustar. Racionalización a fondo, jubilaciones, cambio de condiciones laborales para aumentar la productividad y reducir las prebendas del ocio pago. Todo ya fue firmado con el mandamás sindical petrolero, Guillermo Pereyra, quien vendrá, dicen, para la ocasión después de unos días de vacaciones para distenderse tras esa ardua negociación de la que trascendió poco, casi nada. Lo publicó este medio y pocos más, el nuevo acuerdo colectivo para los no convencionales.
El ajuste petrolero, conviviendo con las promesas de inversión y algunas pocas concreciones, les llegará hasta a los mapuches. Ya hay operaciones en marcha, poniendo blanco sobre negro en videos explicativos de denuncia al estilo de PPT, el enriquecimiento presunto de algunos líderes originarios, a costa de las esforzadas y capitalistas empresas del sector. La misma YPF que lideró la paz social con los mapuches alzados para reclamar derechos y dólares, a fuerza de regalar, subvencionar y pagar por el silencio, ahora parece decidida a decir "nunca más” y entrar en el terreno de la frialdad de los resultados.
Todo es dificultoso. El año cierra ya y se acerca el último bimestre con un resultado económico malo, solo sostenido por lo que presuntamente el gobierno de Macri ha hecho bien, que permitiría una mejora real el año próximo. Ese ánimo de tolerancia y paciencia del pueblo argentino parece transmitirse también en Neuquén, aunque debajo de la alfombra ya están abultando los escondidos ladrillos que ha sido necesario quitar de la pared para maquillar el presente.
Se dice, en ese contexto, que entre césped sintético, pelotas de fútbol, y conciertos de la sinfónica, entre anuncios de obras multiplicados por la repetición constante, se podría alumbrar una reorganización ministerial. Es un asunto dosificado por cuentagotas en las versiones extraoficiales. Jamás admitido hasta ahora por un gobernador celoso de la intimidad de sus decisiones. Se dice también que el jefe policial, Raúl Liria, ya está corrido de la escena, y que ese es solo un primer paso, un tranco de una larga escalera. Se dicen muchas cosas. Si hasta se ha empezado a hablar de quiénes serán los candidatos, y de cuál es la estrategia (con candidato a intendente y todo) para sembrar la semilla que debería florecer en el 2019.
Mientras tanto, puede haber inundación en la sequía, y mucho petróleo sin que alcance para el país todo, y muchas ganas que se pueden frustrar antes de ser deseos satisfechos. Es Argentina. Y Neuquén, solo una partecita, una minúscula entrada al reino de lo posible.
Rubén Boggi