OPINION

Efedrina, las valijas de López y una desconsoladora realidad

El hallazgo de 250 kilos de efedrina ocultos en el aeropuerto de Ezeiza vuelve a sacudir la política argentina con el tema siempre vigente de la corrupción.
jueves, 8 de septiembre de 2016 · 19:45

Los 250 kilos de efedrina que fueron revelados en el aeropuerto de Ezeiza este jueves 8, y que estaban guardados allí, dicen, desde 2011, son el equivalente político-judicial a lo que implicaron los 9 millones de dólares en las valijas del señor López. Un mazazo para hacer funcionar el reloj-alarma de la impunidad, la corruptela, el gigantesco afano en Argentina.

El tráfico de efedrina se investiga desde hace años. En ese camino, se especuló mucho tiempo con el señor Morsa, una especie de caricatura que se correspondería, todavía sin pruebas al respecto, en el señor Aníbal Fernández, y a través de él, o a pesar de él, en el kirchnerismo como gobierno, modelo, y sistema de múltiples actividades reñidas con la ley pero de acuerdo con "la causa”, que no fue ni es ni será hacer la revolución, sino construir poder duradero para manejar eso que llamamos país, y que por ahora es un rejunte alrededor de una bandera, un himno que los brasileños tergiversan, y un lugar promisorio en el mundo del futuro, nunca en el presente.

Tanto hablar de la efedrina y el narcotráfico que implica, y ahora, casi milagrosamente, de manera increíble para cualquier raciocinio, aparecen 10 barriles con 25 kilos cada uno. ¿Todos estos años, ocultos? El dato lo dio, para colmo, Juan José Gómez Centurión, el funcionario de Aduana separado de su cargo recientemente, sospechado de lo mismo que denuncia, es decir, corrupción. Ese acusado, ese hombre del que no se sabe todavía si es inocente o culpable, dio el dato preciso para la efedrina, esa carga vergonzante y concreta, aterrizara desde Ezeiza en el despacho de la jueza federal María Servini de Cubría.

Así las cosas, la realidad continúa sorprendiendo. El solo hecho de conocer hechos que permanecieron ocultos hasta ahora, es un signo positivo, es un avance. Pero dista, por mucho, de ser un consuelo.

Rubén Boggi

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