LA SEGUNDA OLA DEL CORONAVIRUS
Rendir examen, y sacar un dramático aplazo
Es fin de mayo. Son cinco meses de vacunación con un muy pobre resultado. La segunda ola mostró su rostro más feo.El impacto estadístico de la pandemia se hizo sentir el jueves 27 en la región, con la certeza de la magnitud del desastre sanitario: hubo 37 muertes por Covid (22 en Neuquén, 15 en Río Negro) y 1.878 casos de contagios, de los que 1.229 se registraron en la provincia gobernada por Omar Gutiérrez.
Horas antes de la difusión de estos números, se había anunciado que llegan a la provincia 32.900 dosis de vacunas, y que esto permitiría redoblar la intensidad del operativo de vacunación. Este operativo es el único remedio para frenar la onda expansiva de la peste. Y, más allá de lo positivo del anuncio, todavía es insuficiente, porque las vacunas siguen llegando como administradas por un cuentagotas.
Esto es lo que mina la esperanza de la gente. El pueblo es absolutamente consciente de la gravedad del momento. Es falso que haya que atemorizar con amenazas o hacer sentir el rigor de la penalización uniformada. La absoluta mayoría de la ciudadanía sabe perfectamente la gravedad de la pandemia. Es más: esa es la única certeza.
Por eso, la política debería tomar nota de esta realidad, evidente para todo aquel que la quiera mirar sin velos fanáticos o ideologizaciones extremas o interesadas. La incertidumbre no nace de la ignorancia, sino del conocimiento de que el Estado argentino no logra dar una respuesta contundente, con la única herramienta verdaderamente útil para combatir el coronavirus, que es la vacunación.
La política argentina está rindiendo examen, y, hasta ahora, se lleva un aplazo. Es de esperar que revierta este resultado coyuntural, y pueda llegar a fin de año sin la necesidad de enarbolar, como toda enseña, el triste estandarte del fracaso.
Nos va la vida en ello.