EDITORIAL NEUQUINA

Neuquén batalla entre el posible progreso y la decadencia

El conflicto docente se encamina al final inevitable; se juega, en este campo, la diferencia entre dos siglos.
sábado, 10 de agosto de 2024 · 18:21

Es difícil aflojar, en una puja política, sin pagar el costo de haber aflojado; y esto pasa en el conflicto que perjudica el dictado de clases en las escuelas de Neuquén, con un gremio que pierde adhesión concreta, y un gobierno que busca dejar en claro quién conduce el sistema educativo.

Con poca o mucha adhesión, las escuelas igualmente se resienten. Pero esto va más allá del paro, que Marcelo Guagliardo y Fanny Mansilla aguantan, mientras miran con un ojo al gobierno y con el otro las ávidas irresponsabilidades de la izquierda, sector en el que se sienten muy cómodas Angélica Lagunas y Patricia Jure. Va más allá, porque una cosa es la puja política, y otra la necesidad de la sociedad. Cuando la primera se despega de la segunda, hay como resultado una incongruencia letal, un mal resultado inevitable.

Cómo nos dejaron solos, eh…” le espetó un referente principal del gobierno de Rolando Figueroa a un dirigente empresarial neuquino, en un cruce casual durante la reciente fugaz visita de Javier Milei. Se refería, claro, al conflicto con el gremio docente. “Tiene razón”, habría dicho, después, el empresario. De hecho, a las pocas horas impulsó un principio de declaración advirtiendo las nefastas consecuencias de un conflicto tan largo como inexplicable. En la esencia de esta anécdota está esa brecha, entre la puja y la realidad cotidiana. Todos saben que hay que terminarla, pero nadie quiere resignar algo en esa inexorable conclusión.

 Ya mediando agosto, el año lectivo puede calificarse de muy malo. De un lado quedarán las cuestiones de la puja, licencias, edificios, incentivos, esencialidad; del otro, las aulas de instrucción escasa. ¿Qué puede pasar? Por las características de la coyuntura, el gremio asiste lentamente a una misa de distribución de culpas, mientras el gobierno cavila dos cuestiones: cómo terminar el conflicto sin ceder lo principal (el comando del sistema, lo que ya se ha establecido) y, al mismo tiempo, concediendo algún placebo para la sensible enfermedad de poder que distingue a los gremios estatales neuquinos.

Esto se da en un contexto de fuerte conmoción cultural en la política. El ojo morado de Fabiola Yáñez es una síntesis perfecta de la hipocresía prevaleciente en el poder, y, a la vez, el disparate perfecto en un país que juega su destino inmediato en decisiones económicas y estructurales muy de fondo. Así, se pasa del debate que trajo la planta de GNL en Punta Colorada, al conventillo escandaloso de las intimidades de Olivos y La Rosada. El primero, un debate serio y determinante para la coyuntura, quedó relegado y casi enterrado por los moretones y los patéticos coqueteos presidenciales. En un rincón del ring, la realidad de inversiones de miles de millones de dólares para hacer progresar al país; en el otro, un fetiche sadomasoquista con olor a decadencia que tiene el poder de dominar la escena mediática y servir de herramienta a la política como antecedente del año electoral que sobreviene.

Si Vaca Muerta duplica la producción de gas y petróleo, como se espera en función de las inversiones (de capitales privados) en infraestructura exportadora, Neuquén será el lugar del país con mayor circulación de dólares por cabeza; al mismo tiempo, si no garantiza la educación en las escuelas y se pierde en el laberinto del Estado onanista, esa oportunidad corre el riesgo de ser nuevamente desaprovechada, por ausencia de recurso humano, consecuencia inevitable de la ignorancia ganándole la batalla al conocimiento.

En la semana que comienza, se alumbrará, es posible, un principio de salida para el largo conflicto. Ya ha costado mucho, y puede costar todavía mucho más. El gobierno de Figueroa se ha concentrado y reafirmado doctrina en estos días. Pero la situación es difícil, o, por lo menos, es difícil salir de la encerrona. Cuando se abra esa puerta, del otro lado estará el siglo XXI y su progreso esplendente. Hay que abrir la puerta, pues todavía, en estos casos, se huele una Neuquén en decadencia, arrastrando el siglo que ha pasado y pretendiendo hacer de él una eternidad imposible.

 

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