La cambiante coyuntura global encuentra a Neuquén creciendo y desarrollando todo su potencial, en un país gobernado por una administración inestable, que pasó de una semana oscura y llena de incertidumbre, a un renacer dependiente y un tanto impostado, con una mano grande (la de Donald Trump) palmeando las espaldas agobiadas de Javier Milei, en un indudable gesto paternal e interesado.
Neuquén crece y se desarrolla en un contexto global y al mismo tiempo bipolar, de guerra comercial intensa entre Estados Unidos y China. Es una guerra que no dispara misiles, pero que, a la vez, es alumbrada por los miserables estallidos que derrumban edificios y humanidades en Ucrania y la Franja de Gaza.
El país, en ese contexto, avanza hacia la resolución del 26 de octubre, que será, como cada vez que el pueblo se expresa, inapelable. Neuquén lo sabe, los saben todos sus actores políticos, y cada quien jugará su baza en unas elecciones que, para la provincia, son las legislativas más importantes desde que se instaló la nueva democracia argentina, en 1983.
La provincia juega aquí, en este momento, la posibilidad de tener voz propia en el Congreso, justo cuando habrá que discutir el país que se viene, con inevitables reformas político-económicas.
La coyuntura favorece un abordaje renovador del federalismo, ese modelo determinado por la Constitución pero distorsionado por la realidad, que ha hecho que el propio Estado no cumpla con sus reglas, y que obliga, por tanto, a reconsiderar cómo se organizará Argentina para hacer coincidir de una vez por todas lo que dice la ley magna con lo que en la práctica se hace.
Este país, que recauda desde Nación sin dar los servicios primordiales a la gente, ya no es viable. O se termina de federalizar, con provincias autónomas reales, o reventará por causa de una fenomenal distorsión económica, en la que el gobierno nacional se lleva la mayor parte de lo que aportan los ciudadanos, mientras las provincias reciben migajas y son observadas con desprecio, con un paternalismo obsceno y retrógrado.
Neuquén, con su producción de energía, es uno de los pocos Estados aportantes a la Nación que puede vivir y crecer con sus recursos propios. Esto le permite plantarse en el mapa con la autoridad de quien se sabe independiente. Pero esto necesita ser traducido en términos políticos concretos. Estos términos serán marcados, en buena medida, en las próximas elecciones, en las que la provincia puede ganar tres bancas en el Senado y tres en Diputados.
Las puede ganar, o no, depende de lo que digan los electores neuquinos.
Lo que es seguro, es que el momento es clave, determinante, de una importancia inédita. Mucho más, después de los sucesos recientes, que han demostrado el interés de las grandes potencias, y de Estados Unidos en particular, en el país del agro y de Vaca Muerta.