El clima en el estudio de Luzu TV cambió en cuestión de segundos. Lo que comenzó como una charla distendida terminó convirtiéndose en una ventana abierta al pasado más vulnerable de Cami Mayan. La influencer se enfrentó a algo que no esperaba ver: fragmentos de su propio canal de YouTube, grabados durante su estadía en Inglaterra junto a Alexis Mac Allister. Eran imágenes simples, ella cocinando, caminando por pasillos silenciosos, mostrando rincones de una casa ajena, pero cargadas del peso emocional que había dejado archivado por años.
“Yo nunca más había vuelto a ver los videos de YouTube”, admitió Cami Mayan, con una voz que intentaba mantenerse entera. Al repasar esas escenas, se encendieron recuerdos de días monótonos, noches largas y más de un viaje a Buenos Aires en medio de las restricciones. En aquella época, reencontrarse con su ciudad era una bocanada de aire. “Encima yo estaba allá cuando no se podía viajar mucho”, recordó entre suspiros, dejando ver lo mucho que había contenido.
La emoción la desbordó sin aviso. Y lo que surgió entonces fue una frase sincera y contundente: “No había vuelto a ver nada de esto, primero, porque era un cringe. Lloré de flash, real, era otra persona”. En ese contraste entre quién era y quién es, se colaba una pregunta inevitable: ¿cuánto puede transformarse alguien obligado a adaptarse a una vida que no eligió del todo?
Al profundizar, dejó a la vista el nivel de soledad que vivió lejos de casa. “Me causa como que me quiero abrazar en ese momento, es lo que les decía al principio del programa, todo lo que contenía y guardaba solo para mí. Y también el hecho de estar haciendo un vlog de mier... Pero bueno, ahí empecé con algo muy chiquito, pero por lo menos yo quería hacer algo para mí”, relató. Aquel intento de registrar su rutina era, en realidad, un salvavidas emocional. La distancia, el clima, el idioma y el silencio cotidiano iban moldeando una vida ajena a sus deseos. “No importaba si era un vlog de mier... Me daba una vergüenza tremenda, pero ¿entienden que yo empecé a hacer algo, porque yo no quería vivir ahí sin hacer nada para mi vida? Era horrible para mí eso. No, no era mi fin”, aseguró Cami Mayan.
La fuerza de sus palabras llamó la atención del equipo del programa, que intentó acompañarla sin interrumpir esa catarsis. Fue entonces cuando explicó cómo se animó a grabar su día a día, incluso cuando sentía que su contenido era insignificante para otros. “Y me dije ‘bueno, no importa, yo arranco a hacer videos de YouTube’, aunque no tenga nada interesante para contar, es mi perspectiva de lo que estoy viviendo ahora”, expresó. Se trataba de una forma de no sentirse completamente invisible.
Otro detalle que sorprendió fue la manera en que hablaba en esos videos. “Me da una pena bárbara cómo hablo, yo arranqué a hacer videos muy en mood hablando como pidiendo permiso, estaba sola en la casa ¿por qué hablaba despacio? Me daba miedo. Para mí cuando tenés esa energía no te va bien, porque no estás en el lugar que querés estar”, compartió. Su voz baja, casi temerosa, revelaba mucho más de lo que ella misma había sido capaz de reconocer en ese momento.
Su testimonio caló hondo entre quienes conocen el costo emocional del desarraigo o de acompañar la carrera de una pareja dejando la propia en pausa. “Quería hacer algo para mí, y elegí el momento correcto para hacerlo”, concluyó, esta vez sin temblar. Se notaba que el proceso interno había sido largo, pero también liberador: estaba, por fin, narrando su historia en sus propios términos.
Meses atrás, en el mismo ciclo, Fede Popgold había indagado sobre cómo fue que Cami Mayan decidió mudarse y cómo esa decisión impactó en su relación con el futbolista. Ella lo recordó con claridad: “Yo al principio no me iba a ir, a mí me costó mucho tomar la decisión de irme. No era fácil para mí dejar mi equipo, mi trabajo y la facultad, o sea estaba a la mitad de la carrera”. La pandemia terminó empujándola a tomar un rumbo incierto. “Me acuerdo que empezó la pandemia. Yo tenía un viaje con mis amigas pero no lo pude hacer obviamente, porque era 2020 y seguí trabajando, también con la facultad virtual y en un momento dije ‘me voy’... Mi vida allá era muy difícil porque también iba cambiando según lo que tiene el otro (por su pareja)”, confesó.
La ruptura tampoco fue sencilla. “La separación fue en persona, no por whatsapp o por teléfono. Soy dejada básicamente... Él se tenía que volver allá... Yo tenía a mi perro en Inglaterra”, contó, dejando entrever la complejidad logística y emocional de ese momento. La distancia no le dio margen para procesar cómodamente. “Él me dice ‘¿vas a buscar tus cosas o te las mando?’... ‘Voy a ir, es mi casa’”, relató. Y así, volvió a Brighton para cerrar un capítulo que se había quebrado antes de tiempo.
Finalmente, recordó el hecho que terminó de desestabilizarla: enterarse de que Alexis Mac Allister estaba saliendo con su amiga Ailén Cova. “El segundo fin de semana... me dicen que había una persona en mi casa que no era yo ¡con mi perro!”, reveló. Una confesión que, más allá del dolor, dejó claro cuánto había callado durante mucho tiempo.
