Giuliano Vaschetto se consagró este martes como el ganador de la prueba de liderazgo en Gran Hermano, superando a Santiago Algorta en la final y obteniendo dos importantes beneficios. En una jornada llena de tensión y estrategias, Santiago del Moro le anunció que tenía la posibilidad de otorgar “supervotos” a tres jugadores y, además, fulminar directamente a dos de sus compañeros de la casa.
El participante oriundo de Venado Tuerto no tardó en tomar sus decisiones y optó por enviar a placa a Santiago y a Brian. Nano, como es conocido dentro del reality, justificó sus elecciones y encendió la mecha de una fuerte discusión en la casa. “A Santiago lo nomino porque hace mucho que no va a placa, y a Brian, porque ya lo había sacado del juego anteriormente”, explicó, dejando en claro que sus movimientos estaban calculados.
La justificación de Giuliano hacia Brian fue especialmente crítica y generó gran revuelo entre sus compañeros. “Quiero ver qué pasa con su imagen afuera. Tuvo suerte la última vez, pero quiero comprobar cómo lo percibe el público después de muchas cosas que dijo. Habló mentiras, hizo trampas, tergiversó situaciones y, sobre todo, fue un llorón. Si acusás a alguien de tramposo, necesitás pruebas, sino sos solo un llorón”, lanzó sin tapujos.
El cruce no terminó allí, ya que el clima en la casa se tornó más denso tras estas declaraciones. Santiago del Moro, en su rol de conductor, intentó aliviar la tensión con un toque de humor. “Estoy anotando todo lo que decís, Nano”, bromeó, mientras invitaba a Brian a dar su respuesta.
El vendedor ambulante, que había anticipado que este miércoles tendría su derecho a réplica, respondió de manera breve pero contundente: “Solo quiero decir que el vuelto no van a ser caramelos”. Esta frase, cargada de ironía, dejó abierta la posibilidad de nuevos enfrentamientos en los próximos días.
La decisión de Giuliano de fulminar a dos compañeros tan significativos generó un impacto inmediato tanto dentro de la casa como entre los televidentes. Los seguidores del programa no tardaron en expresar sus opiniones en redes sociales, donde el debate sobre las estrategias y el carácter de los participantes ardió durante horas.
Mientras tanto, la convivencia en la casa parece estar más fracturada que nunca. Las decisiones de liderazgo de Nano prometen seguir dando de qué hablar, ya que sus movimientos no solo afectan la dinámica del juego, sino también las relaciones personales entre los participantes.
Con un público que sigue cada detalle con pasión, Gran Hermano demuestra una vez más que no es solo un reality, sino un verdadero campo de batalla donde cada acción tiene sus consecuencias. Las próximas semanas prometen estar cargadas de emociones y sorpresas.