LO DIJO LA NIETA DE UN OFICIAL NAZI

"Siento profunda vergüenza por los crímenes de mi abuelo"

Se trata de Jacqueline, nieta de Robert Gies, uno de los responsables de la "Masacre de Lídice" de 1942.
jueves, 7 de noviembre de 2019 · 10:06

La nieta del oficial nazi Robert Gies, uno responsables de la "Masacre de Lídice" de 1942, aseguró que siente "una profunda vergüenza por los crímenes de su abuelo" que murió impune a los 72 años, pero la manera que encontró para "rendirle tributo a las víctimas" es mantener viva la memoria sobre esta página del genocidio nazi.

Jacqueline Gies se expresó en esos términos durante una entrevista con Télam en el Centro Ana Frank de Buenos Aires que la trajo a Argentina para participar de una serie de actividades de concientización contra el negacionismo, el antisemitismo y la xenofobia.
Integrante del partido nazi desde 1933, su abuelo Robert fue ascendiendo posiciones dentro del régimen: en 1935 pasó a formar parte de las SS -la fuerza paramilitar de liderada por Heinrich Himmler- y dos años después se incorporó a la SD, el servicio de inteligencia cuyo director -Reinhard Heydrich- fue posteriormente nombrado al frente del "Protectorado de Bohemia y Moravia", es decir, de la ex Checoslovaquia ocupada por el régimen de Hitler (hoy parte del República Checa).

Cuando Heydrich se trasladó a Praga en 1939 para cumplir estas funciones, Robert Gies lo siguió como asesor principal de su secretario de Estado Karl Herman Frank y como tal fue uno de los principales perpetradores de la feroz represión que Adolf Hitler ordenó tras el asesinato del protector de Bohemia y Moravia el 27 de mayo de 1942 a manos de dos integrantes de la resistencia checa que se refugiaron en Lídice.

El pueblo de unos 400 habitantes fue literalmente borrado del mapa a fuerza de bombardeos. Previamente, tropas nazis hicieron salir a todos los habitantes de sus casas: todos los hombres fueron asesinados -unos 192- mientras que las mujeres y niños fueron trasladados a campos de concentración, donde murieron el 80 por ciento de ellos.

En el lugar donde se emplazaba Lídice hoy hay un memorial y el pueblo fue refundado en 1949 a unos kilómetros de allí.


Télam: Cuando su abuelo falleció usted tenía 7 años, ¿lo conoció?

J.G: No lo conocí sólo vi fotos suyas porque se llevaba mal con mi padre. Él lo recordaba como una persona muy arrogante, que le costaba establecer un vínculo con sus hijos. Creo que por eso a mí me resultó más fácil investigar su historia y hablar sinceramente de él.

T: Hasta que comenzó a investigar ¿qué es lo que le habían contado de él?

J.G: Muy tempranamente yo supe que mi abuelo había tenido un rango jerárquico alto dentro del nacionalsocialismo en Praga, pero no tenía claro qué implicaba. Por supuesto que uno podía imaginarse que había tenido responsabilidades importantes como mano derecha de Karl Herman Frank, pero nada más. Y también supe que cuando mi padre retomó contacto con él a los 18 años después de haberlo creído muerto por 10 años, no recibió ningún tipo de respuestas a las preguntas que le hizo.

T: ¿Cómo logró reconstruir la historia que ahora conoce de su abuelo?

J.G: Todo comenzó en 1997, cuando por primera vez dos historiadores alemanes mencionaron el nombre de mi abuelo en un artículo periodístico sobre Lídice. Mi padre se puso en contacto con ellos, que le compartieron documentos en los que aparecía mencionado mi abuelo. Hasta su muerte de la que hoy se cumple un año, mi padre nunca se animó a ir a Praga: yo pensé que era por el temor de compartir el mismo nombre pero hoy creo que era por vergüenza de los crímenes de su padre.

T: ¿Cómo se vincula usted con esa parte de su historia familiar?

J.G: La de mi abuelo es también una historia acerca de mí misma porque por más que yo no lo haya conocido, no dejo de ser su nieta y eso me pone en la responsabilidad de narrar lo que pasó. Mi padre, que sufrió mucho porque no podía comprender que alguien hubiera cometido semejantes crímenes sin ser condenado, siento que me legó esta tarea. No hay manera de pedir perdón a las víctimas de mi abuelo, de remediar esa situación pero lo que sí puedo hacer es rendirles tributo contando lo que sé.

T: ¿Tuvo oportunidad de estar en el memorial de Lídice?

J.G: Sí, en 2005 y tuve sentimientos encontrados, porque por un lado me preguntaba qué tiene qué ver conmigo, y al mismo tiempo hasta qué punto yo tengo derecho a pedir perdón por algo que es imperdonable. Lo que sentí es una vergüenza muy profunda.

T:¿Como la impacta el aumento del negacionismo y el antisemitismo en Europa?

J.G: Me espanta muchísimo. Hace dos semanas tuvimos en Alemania un ataque a una sinagoga. Además, la extrema derecha llegó al Parlamento alemán y un estudio reciente indica que un cuarto de los alemanes tienen prejuicios antisemitas. Por todo esto es fundamental hablar de lo que sucedió y tomar postura.

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