Panorama Semanal
Medio Oriente: tiempo de definiciones
Esta semana empezó a regir el alto el fuego entre Israel y Hezbolá. Ahora Biden y Trump miran a Gaza y ambos quieren el fin del conflictoBibi Netanyahu se encuentra frente a un escenario impensado: Joe Biden y Donald Trump, en una inédita alianza, quieren, antes que se produzca el cambio de gobierno en Estados Unidos, que se selle un acuerdo de cese del fuego entre Israel y Hamas que incluya la liberación de los rehenes. Ambos estarían dispuestos a trabajar juntos para lograrlo.
Biden no solo avisó que quiere irse de la Casa Blanca con un acuerdo, sino que ya está trabajando para concretarlo. Se trata, ahora, de su principal objetivo en política exterior. Y esta vez, a menos de dos meses de dejar el cargo, tiene altas probabilidades de lograrlo por una razón que acaba de confirmarse: el presidente electo Trump quiere lo mismo y lo quiere antes de que él asuma el cargo el 20 de enero.
Trump le dijo a Biden, cuando se juntaron en la Casa Blanca hace un par de semanas para empezar la transición, que quiere que se liberen a los rehenes y lograr un alto el fuego en los conflictos que atraviesan Medio Oriente, lo antes posible, incluso antes de que él asuma. El del Líbano ya se concretó y empezó a regir esta semana, ahora quiere Gaza. Trump no hizo pública esta pretensión, pero sí lo hizo, hace unas horas, en una entrevista en el medio Axios, el senador Lindsey Graham, quien habla con Trump con frecuencia y lo asesora sobre política exterior.
Biden sueña con concretar el acuerdo de alto el fuego, que indefectiblemente incluya la liberación de los secuestrados que Hamas tiene en su poder hace más de un año, antes de irse. También avisó que estaría dispuesto a dejarle el crédito a su sucesor.
Si las intenciones y los planes de un presidente electo a punto de asumir siempre impactan en la coyuntura del país, en el caso de Trump esto se potencia. Un ejemplo claro del peso de sus palabras fue el anuncio del cobro de aranceles a México, Canada y China, lo cual afectó las bolsas de todo el mundo. Por eso Israel y Bibi Netanyahu deberían prepararse para lo que viene.
Y lo que viene difiere bastante de lo que seguramente Netanyahu imaginó cuando el 5 de noviembre se confirmó el triunfo de Trump. En ese momento solo era cuestión de esperar hasta la asunción de Trump para conseguir un mejor acuerdo en Gaza, sobre todo en lo relacionado con el “día después”. También para tomar decisiones sobre el futuro de Cisjordania.
Biden y Trump necesitan un alto el fuego lo antes posible porque coinciden en un objetivo común: terminar con las guerras en Medio Oriente para concretar lo que ambos consideran realmente revolucionario: la normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudita para consolidar una alianza regional contra Irán.
Los planes de los presidentes de Estados Unidos, el saliente y el entrante, chocan de frente contra los planes que parte del gobierno de Bibi hizo explícitos estos últimos días. Resulta difícil pensar que el príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman firme un acuerdo con Israel sin que quedé plasmada en el documento al menos una hoja de ruta sobre lo que pasará con los palestinos en Gaza, y también en Cisjordania. Nadie habla de acuerdos de paz ni de grandes definiciones, pero sí de algunas alternativas que demuestren un interés por incluirlos en la reconfiguración de la región.
Por todo esto se acerca la hora de las definiciones para Bibi, quien no tendrá alternativa que subirse a los planes de Trump. Deberá encontrar una propuesta equilibrada para el “día después” que contemple medidas que garanticen la seguridad de Israel y eviten que Hamas vuelva a emerger como amenaza, y que no respalden la idea anunciada hace pocos días por su ministro de Finanzas, Betzalel Smotrich, de quedarse en Gaza y de "fomentar la emigración voluntaria” de parte de los gazatíes, ni la propuesta sugerida hace dos semanas de anexar parte de Cisjordania.
Libano: un acuerdo endeble pero que Israel y Hezbolá necesitan sostener
Si bien el acuerdo alcanzado para frenar la guerra en el Líbano es endeble, ni Israel ni Hezbolla tienen grandes motivaciones para seguir con un enfrentamiento directo que ya lleva más de un año. Israel ya cumplió con gran parte de sus objetivos. Repasemos: descabezó a la organización eliminando a su líder y a todos los posibles sucesores, eliminó a toda la segunda línea del grupo terrorista a través de la operación beepers, y dañó considerablemente su arsenal misilístico.
De todos modos, queda claro que Israel no fue capaz de eliminar por completo la amenaza de Hezbola que sigue atacando ciuadades israelíes y tampoco pudo lograr el retorno de sus ciudadanos que debieron ser desplazados del norte del país debido a los ataques diarios del grupo terrorista. Sabe que para lograr eso debería prolongar una guerra que ya lleva más de un año y que está agotando al ejército y a la sociedad israelí por sus efectos políticos, económicos y emocionales. A diferencia de Gaza, Israel tuvo más facilidad para llegar a una acuerdo: negoció con el gobierno de Líbano y se basó en la Resolución de 1701 del Consejo de Seguridad de la IONU que había puesto fin a la guerra de 2006.
Por el lado de Hezbola es evidente que sufrió una derrota militar que lo dejó muy debilitado, aunque aún es fuerte para seguir manteniendo el control del Líbano. Con el acuerdo renunció a la condición que había puesto, que era la de continuar con sus ataques hasta tanto cesarán las operaciones en Gaza. Tampoco a Irán le convine que su principal socio se siga desgastando.
El ejército del Líbano tendrá un rol importante ya que deberá garantizar que el alto el fuego se cumpla, sobre todo evitando que Hezbola se rearme con material bélico que podría llegar desde Irán vía Siria, país cuyo gobierno está siendo acosado cada vez más por fuerzas rebeldes que quieren derribarlo. Si no lo hace, porque no puede o quiere, Israel podría intervenir militarmente.