Las inundaciones que afectan a gran parte del centro de la provincia de Buenos Aires desde hace nueve meses ya se han convertido en una verdadera emergencia para el campo. Según la entidad rural CARBAP, hay 5,8 millones de hectáreas comprometidas, entre campos anegados, caminos intransitables y zonas que directamente quedaron bajo el agua.
Esto no solo frena la producción rural: también afecta a pueblos enteros que dependen de esas actividades.
Uno de los mayores problemas es que las obras hidráulicas nunca se terminaron, especialmente en la cuenca del río Salado, una zona enorme que abarca 17 millones de hectáreas. Las últimas imágenes satelitales muestran que:
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2 millones de hectáreas están inundadas
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Casi 4 millones tienen problemas para trabajar la tierra o acceder con máquinas
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1,5 millón de hectáreas podrían perderse para la siembra este año
Las zonas más afectadas incluyen partidos como Bolívar, 9 de Julio, Pehuajó, 25 de Mayo, Lincoln, Carlos Casares y Las Flores. Allí, la siembra de soja y maíz —que depende de fechas muy precisas— está en riesgo.
Las pérdidas ya se calculan en unos US$2000 millones, que el país dejaría de recibir en 2026. Pero el impacto no termina en el productor: también sufren transportistas, talleres, comercios, pymes y proveedores, además de afectar la recaudación de los gobiernos.
Por eso, CARBAP reclama que la Nación, la Provincia y los municipios avancen juntos y terminen las obras pendientes antes de 2030.
Aseguran que, si se compara lo perdido en los últimos años, ya costó más no hacer las obras que lo que saldría hacerlas.
El problema dejó de ser una lluvia pasajera. El agua sigue ahí, el tiempo corre y el campo advierte: sin obras, la situación no va a mejorar.