La conducción de la CGT mantuvo este martes una reunión con un grupo de diputados de Fuerza Patria en la sede de Azopardo, en un encuentro que buscó alinear posiciones frente al proyecto de reforma laboral que el Gobierno de Javier Milei planea enviar al Congreso. Participaron, entre otros, Facundo Moyano, Vanesa Siley, Sergio Palazzo, Mario Manrique y Hugo Yasky.
A la salida de la reunión, Jorge Sola, integrante del nuevo triunvirato cegetista, planteó un fuerte reclamo hacia la Casa Rosada: aseguró que el Ejecutivo aún no emitió una convocatoria formal para discutir los lineamientos de la iniciativa. “No podemos debatir sobre trascendidos. No hay un proyecto concreto y tampoco nos han llamado”, remarcó.
Sola advirtió que cualquier intento de avanzar sin diálogo con empresarios y sindicatos está destinado al fracaso: “Si no nos llaman, van a chocar con la misma pared de siempre”. También cuestionó el discurso del ministro de Economía, Luis Caputo, en el encuentro de la UIA, donde —señaló— “ni siquiera mencionó la palabra industria”.
Antes de recibir a los legisladores, la CGT reunió a su mesa chica, encabezada por el nuevo triunvirato compuesto por Octavio Argüello (Camioneros), Jorge Sola (Seguros) y Cristian Jerónimo (Vidrio). Allí analizaron las propuestas que el Consejo de Mayo viene debatiendo con los sectores empresariales y con técnicos del Gobierno.
Si bien trascendieron contactos informales —incluido un intercambio reciente con el ministro del Interior, Diego Santilli, durante el evento de la UIA—, en la central obrera insisten en que no hubo ninguna invitación oficial para iniciar una negociación institucional. Santilli habría asegurado que el borrador que circuló en los medios “no refleja el contenido real” de la reforma, lo que elevó la expectativa de un llamado que, por ahora, no llegó.
Aun así, la CGT decidió sostener una estrategia de prudencia y disponibilidad al diálogo, aunque dentro de la central existen diferencias. El sector considerado “dialoguista” entiende que la legislación laboral debe actualizarse para contemplar nuevos formatos de trabajo. En cambio, los gremios más duros rechazan cualquier modificación que pueda interpretarse como un retroceso en derechos adquiridos y aseguran que “no hay nada que negociar”.
En una postura intermedia, Jerónimo planteó que, si se abre la discusión, deberá ser integral y orientada a expandir derechos: “Si quieren debatir, discutamos todo. Una negociación laboral con más derechos, no con menos; incluso el reparto de ganancias”.