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Miércoles 17 de Septiembre, Neuquén, Argentina
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A 25 años de la muerte de René Favaloro: el disparo al corazón que aún interpela a la Argentina

Entre las cartas que dejó, había destinatarios personales, como su pareja y su familia, pero también otras dirigidas a funcionarios del gobierno.

Por Redacción

Martes, 29 de julio de 2025 a las 11:50
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El 29 de julio del año 2000, el doctor René Favaloro tomó una decisión que sacudió al país entero: se quitó la vida. Había revolucionado la medicina con el bypass coronario, fundado una institución médica modelo en América Latina y sostenido, hasta el último suspiro, un compromiso ético inquebrantable. Pero murió solo, agotado, decepcionado y rodeado de cartas que dejaron al desnudo la indiferencia de un Estado ausente.

Aquel sábado frío, Favaloro almorzó con su pareja, Diana Truden. Luego, regresó a su departamento del barrio de Palermo. Se puso el pijama, preparó siete cartas manuscritas y se encerró en el baño. A las 16:30, un disparo seco puso fin a su vida. El médico que le había salvado la vida a miles de personas eligió morir de la forma más precisa y simbólica: de un tiro al corazón.

Entre las cartas que dejó, había destinatarios personales, como su pareja y su familia, pero también otras dirigidas a funcionarios del gobierno. En ellas explicaba su desesperación por las deudas que asfixiaban a la Fundación Favaloro, el proyecto que había levantado con años de esfuerzo para formar profesionales y atender pacientes sin distinción.

“Estoy cansado de luchar. No puedo seguir mendigando en mi propio país”, escribió. Las palabras eran claras, duras, pero no buscaban victimizarse: eran una denuncia. Favaloro no se suicidó sólo por tristeza; lo hizo como una forma desesperada de decir: “No me escucharon en vida. Tal vez lo hagan después de mi muerte”.

Un sueño que se convirtió en naufragio

René Favaloro había regresado a la Argentina en 1971, tras rechazar ofertas millonarias en Estados Unidos, para construir un centro de excelencia médica. En 1992, abrió la Fundación Favaloro, con infraestructura de primer nivel, atención humanista y acceso gratuito a pacientes sin cobertura. Pero al llegar el año 2000, la institución acumulaba más de 40 millones de pesos en deudas. El Estado y obras sociales, como IOMA y PAMI, eran sus principales deudores.

No era negligencia administrativa: eran prestaciones realizadas y no pagadas. Pese a múltiples cartas y pedidos de audiencia —incluso al entonces presidente Fernando de la Rúa—, las respuestas no llegaban. Ni ayuda, ni voluntad política.

Una medicina con conciencia

Favaloro nunca fue neutral. Denunció la corrupción del sistema de salud, las desigualdades y la deshumanización del ejercicio médico. Su lema era claro: “La medicina sin compromiso social es solo una técnica.” Esa ética incomodaba a muchos. Y a medida que su voz se volvía más firme, también se volvía más solitaria.

Hasta sus últimos días siguió trabajando: daba clases, escribía, operaba. Pero también escribía cartas, cada vez más cargadas de frustración y desencanto. Hasta que no pudo más.

Una muerte que sigue doliendo

A 25 años de su partida, la figura de Favaloro sigue siendo un espejo incómodo para la sociedad argentina. Su muerte no fue solo una tragedia personal; fue una advertencia sobre lo que ocurre cuando un país abandona a quienes lo sostienen con integridad.

Las siete cartas quedaron como testamento y como herida abierta. En una de ellas, escribió:
“Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta, tiene su precio. A la corta o a la larga, te lo hacen pagar.”

Ese precio, él lo pagó con su vida. Y la Argentina aún no termina de saldar su deuda con él.

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