El presidente, Javier Milei, atraviesa los días más sombríos desde que llegó a la Casa Rosada en diciembre de 2023. A la par de la inestabilidad económica, se acumulan tensiones políticas que complican el rumbo de su Gobierno.
El punto de partida parece haber sido el escándalo de la criptomoneda Libra, que rápidamente se combinó con las disputas con gobernadores, el quiebre con sectores del PRO que habían sido aliados, los polémicos audios que involucran a Diego Spagnuolo y a Karina Milei, además de la dura derrota en la provincia de Buenos Aires y la seguidilla de votaciones adversas en el Congreso.
La política pasó factura en la economía. El riesgo país escaló, los bonos y acciones argentinas se desplomaron, y el Banco Central debió desprenderse de US$ 1.110 millones en apenas tres días para frenar la presión cambiaria. El viernes pasado se marcó un récord de ventas: US$ 678 millones, el mayor monto desde la asunción de Milei.
Sin embargo, el Presidente eligió mostrarse optimista. En cadena nacional, al presentar el Presupuesto 2026, lanzó una de esas frases que suele repetir en momentos críticos: “Lo peor ya pasó”. A su lado, el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, no se quedó atrás: primero desafió al mercado con un “comprá, campeón” y luego aseguró que “vamos a vender hasta el último dólar en el techo de la banda”.
La oposición, envalentonada, busca aprovechar el mal momento. En el Senado se prepara para rechazar los vetos presidenciales a las leyes de financiamiento universitario y emergencia pediátrica, mientras que en Diputados se avanza contra el veto a la norma que modifica los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) para las provincias.
En la Casa Rosada admiten que en la Cámara Alta no hay margen para frenar esos embates, aunque confían en evitar que la oposición logre los dos tercios en Diputados. Lo cierto es que el Gobierno ya acumuló más de 40 derrotas legislativas, un dato que preocupa tanto en los mercados como en el FMI, que espera la aprobación de reformas estructurales como la previsional y la laboral.
Con este telón de fondo, Milei decidió lanzarse de lleno a la campaña para las elecciones del 26 de octubre. Eligió Córdoba como punto de partida, con un tono más moderado y apelando a los votantes que aún no sienten mejoras en su bolsillo. La misión es clara: recortar la ventaja de Fuerza Patria en Buenos Aires y consolidar los distritos que fueron clave en su llegada al poder.
El Presidente asegura que no habrá cambios en su gabinete antes de los comicios, salvo que estalle un escándalo, pero la interna de La Libertad Avanza sigue al rojo vivo. Mientras Santiago Caputo recupera protagonismo como su asesor de confianza, Karina Milei refuerza su influencia con nombramientos propios. La figura de “Lule” Menem, en tanto, genera más dudas que certezas tras quedar mencionado en los audios de Spagnuolo y señalado por derrotas en elecciones provinciales.
A la fragilidad oficialista se suma la disputa interna en el PRO. Las diferencias quedaron expuestas en Diputados, con el enfrentamiento entre Cristian Ritondo, articulador con Mauricio Macri, y Silvia Lospennato, quien votó contra el Gobierno.
Del otro lado, el peronismo y el kirchnerismo tampoco logran ordenar su interna. La pulseada entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof por el liderazgo opositor se intensifica. Desde su prisión domiciliaria, la expresidenta reaparece con comentarios críticos en redes sociales cada vez que Milei tropieza.
Su rol sigue siendo ambiguo: mientras fustiga al Gobierno, evita recordar los cuestionamientos a su propia gestión. Por ahora, el oficialismo ofrece suficiente material para que Cristina encuentre terreno fértil en la crítica política.
Con un Congreso hostil, mercados convulsionados, internas en su espacio y un calendario electoral cada vez más cerca, Milei enfrenta el desafío de sostener su autoridad y recomponer expectativas. La campaña será decisiva: el resultado de octubre no solo marcará el rumbo de La Libertad Avanza, sino también la viabilidad de las reformas que el Presidente promete y que, hasta ahora, siguen atascadas en el Congreso.