La noticia sobre la muerte de la elefanta Kenya, entristeció a todos los que seguíamos de cerca su traslado y readaptación. Tenía 44 años de los cuales 39 vivió en cautiverio.
Kenya llegó al santuario de Brasil el 9 de julio de 2025 y desde este espacio celebramos la buena nueva.
Según comunicó el propio santuario, Kenia murió en las primeras horas del martes 16 de diciembre de 2025, tras varios días de seguimiento veterinario intensivo.
Se trataba del último ejemplar de su especie en cautiverio en la Argentina y su historia había generado expectativas en ambos países. Mucho más desde que murió Pupy, su compañera, a quien despidió de una forma que conmovió a sus cuidadores. Cuando Pupy enfermó gravemente en octubre de 2025, Kenya se quedó junto a ella, acurrucándose a su lado durante las noches hasta su muerte, un gesto conmovedor de su fuerte vínculo.
El Santuario de Elefantes de Brasil (SEB) informó que Kenya murió acompañada por sus cuidadores, quienes la atendieron durante toda la noche previa.
El sábado anterior a su muerte, los cuidadores notaron una modificación en su respiración, algo preocupante en la fisiología de un elefante. Los elefantes suelen enmascarar enfermedades, por lo que se comenzó inmediatamente con inyecciones de antibióticos. También se sumaron tratamientos para las articulaciones para aliviar dolores articulares, teniendo en cuenta su historial de cautiverio.
Sin embargo hubo síntomas que preocuparon al equipo: falta de interés en algunos alimentos, cansancio y resistencia a acostarse. Dicen que cuando un elefante deja de acostarse, puede ser por temor a no poder volver a levantarse.
Al amanecer del 16 de diciembre de 2025, la respiración de Kenya se alteró, se acostó, lanzó una suave trompeta de cachorro y partió rápido y en silencio.
La muerte de Kenya marca el cierre de una etapa para los proyectos de rehabilitación animal, tanto en Argentina como en Brasil.
Está previsto que Kenya sea sepultada junto a su amiga Pupy, para que ese vínculo tan estrecho se perpetúe durante la eternidad.
Las preguntas quedan flotando. ¿Qué hubiera pasado si Kenia hubiera permanecido en cautiverio en la Argentina, hubiera muerto? ¿La nueva alimentación y su estadía en el santuario puede haber provocado su fallecimiento? ¿Fue bien cuidada?
Lo que si sabemos, es que la historia de Pupy, Kenya y tantos otros paquidermos, debe dejarnos una enseñanza de aquí en adelante y es que no debe haber nunca más, ningún animal en cautiverio, sea de la especie que sea. ¡Nunca más!
Toty, seguimos en deuda con vos, esperando que la burocracia se desburocratice. Resistí por favor.