Un juego de TEG que condiciona los destinos de Vaca Muerta

Desde la última reunión en Viena, los países integrantes de la OPEP comenzaron a dar fuertes señales a Estados Unidos. La Organización de Países Exportadores de Petróleo viene recortando la producción de petróleo con la intención de generar una mayor demanda mundial y un incremento del valor del barril.

A fin del año pasado, luego de la reunión del G20 realizada en Argentina, la OPEP se reunión para realizar un balance y anunciar nuevos recortes a la producción con el compromiso de revisar el acuerdo a principios de abril de este año.

En estos cuatro meses la tendencia de las exportaciones de crudo muestra una declinación, producto del ajuste que realiza principalmente Arabia Saudita y Rusia.  El ministro de Energía saudí, Khalid al-Falih, comentó recientemente a un portal internacional que “el mercado petrolero continuará –probablemente- con un suministro excesivo durante la primera mitad del año”, dando a entender que será prematuro tomar una decisión en la próxima reunión de la OPEP.

Mientras tanto se conoció que Arabia está decida a “hacer lo que sea necesario” para reequilibrar el mercado y respaldar los precios del petróleo. En sintonía, las empresas rusas informaron a la agencia TASS que cumplirán con los compromisos de reducir la producción.

En forma paralela, Kazajstan –un país transcontinental, situado en Asia Central y en parte de Europa- confirmó la decisión de sumarse a los compromisos de la OPEP cerrando temporalmente la producción de Kashagan, uno de los yacimientos petrolíferos marinos más grandes del mundo con reservas de 13 mil millones de barriles de crudo.

Es decir, la coalición de 24 naciones conocidas como OPEC + incrementaron su estrategia en defensa de los precios del crudo y en contra de la administración Trump que intenta por todos los medios incrementar la producción y bajar el precio del barril en el mercado interno.

Las señales muestran que este año el Brent recuperó un 25% pero los analistas consideran que Arabia Saudita necesitará un precio promedio de U$D 80 el barril para continuar financiando la reforma estructural del reino y poder diversificar su economía.

Mientras tanto, la administración Trump mantiene en carpeta la decisión que deberá comunicar en mayo sobre las sanciones contra Irán. Hasta el momento, la estrategia de Estados Unidos es mantener bajo llave el análisis sobre si mantendrá las sanciones o las interrumpirá, como así también el bloqueo de crudo que impuso a Venezuela.

Estas jugadas podrían cambiar radicalmente la economía petrolera mundial, y consecuentemente las inversiones locales. Bajo este escenario, los ejecutivos de las empresas petroleras de nuestro país monitorean las tendencias mundiales con la finalidad de alinear su estrategia al mercado internacional.

Pero como en toda economía de mercado, lo que beneficia a un sector podría perjudicar a otro. Un aumento del barril, daría un impulso a nuevas inversiones en Neuquén pero también podría disparar los precios internos generando un espiral inflacionario. El cuestionamiento de algunos analistas es si el país está en condiciones de resistir otra escalada de precios a partir de mitad de año producto del incremento del precio del crudo.

Detenerse en las presiones del mercado con grandes jugadores mundiales es como jugar al TEG en familia. El país del norte juega fuerte y en las grandes ligas, por eso tras la muerte de Khashoggi en Estambul, inicio el trabajo de lobby en el congreso por la ley antimonopólica conocida como NOPEC, por la cual, la legislación estadounidense sometería las políticas de la Organización de Países Productores de Petróleo.

La jugada de Trump tuvo su contraataque en esta semana.  La reacción del Ministro de Petróleo de los Emiratos Árabes y ex presidente de la OPEP, Suhail Mohammed Al Mazrouei, en una reunión con inversionistas de Wall Street fue directa al corazón del mercado financiero: “si el proyecto NOPEC es ley; el cartel dejará de funcionar y los países miembros elevarán la producción al máximo de su capacidad, causando un desplome en los precios del petróleo” advirtió en terreno enemigo.

La carta de juego de Al Mozraouei pone en jaque la economía de Estados Unidos. Los banqueros que recién comenzaron a reponerse de lo sucedido en 2013 y 2014, cuando el precio del Brent y WTI paso por debajo de los U$D 30 el barril, saben de los riesgos que corren si el cartel cumple con la advertencia. A diferencia de nuestro país, la industria petrolera financia sus proyectos a través del mercado de capitales y los integrantes de la OPEP atacan el punto más débil de la industria estadounidense: “la dependencia del dinero prestado”.

Esta situación fue analizada por distintos expertos en energía durante el 2018. La industria del Shale es de capital intensivo y su inconveniente se reduce a la deuda que genera. Si el precio del barril es atractivo, los expertos consideran que es posible perforar y fracturar en un área conocida, y con estabilidad en el mercado es posible mejorar la eficiencia; pero al final del camino siempre se “necesitará más dinero para continuar perforando y fracturando la roca” fue la conclusión en una nota de Bloomberg.

Los banqueros norteamericanos que financian los proyectos de esquisto (para nosotros no convencional) saben que son el objetivo natural de los opositores al proyecto de ley NOPEC. Son conscientes que el resultado de la OPEP es cada vez más visible y con poder letal para sus intereses.

En este escenario, la amenaza de incrementar la oferta mundial de petróleo con el objetivo de establecer un precio por debajo de los U$D 30 el barril, genera incertidumbre en la industria del shale de Estados Unidos y en Argentina. En nuestro caso, las inversiones no llegarían y la famosa formación estrella pasaría a ser parte de la buena intención de los gobiernos actuales.

Quizás será hora de comenzar a pensar como Arabia y contemplar la posibilidad de una diversificación seria de la economía. O también, elegir quienes pueden ser nuestros aliados en este interesante juego de TEG.

Por Raúl Vila