El sindicalismo de Vaca Muerta

Desde cuando la pared orina al perro

Gerardo Martinez pone orden en las peleas internas de la UOCRA local. Petroleros Privados instala el mensaje continuidad del liderazgo de Guillermo Pereyra. Ambos gremios comparten el gran desafío de Vaca Muerta.
sábado, 3 de agosto de 2019 · 11:54

La industria del petróleo y gas de Argentina tiene definido cuatro principales “stakeholder”, que son aquellas organizaciones afectadas por las actividades y decisiones de una empresa. En su mapa estratégico se encuentran: Petroleros de base, Petroleros jerárquicos, UOCRA y Camioneros.

Empresas y sindicatos saben que para crecer en el mundo de los negocios no conviene tirar muy fuerte de la cuerda. Los liderazgos no solo se miden por la permanencia en el grupo de referencia, sino por la habilidad de negociar frente a distintos entornos.

Cada gremio tiene su propio ordenamiento interno, su propia “génesis”. Para la “industria sindical” los procesos de selección del cuerpo orgánico deben responder indefectiblemente al ADN del Secretario General.

De ahí el refrán “desde cuando la pared orina el perro”. Un aforismo que sintetiza la estructura orgánica más verticalista de la economía capitalista: “las organizaciones sindicales”.

El “bastón de mando” está institucionalizado directamente en la obediencia al Secretario General. No existen procesos transversales, sociogramas o medición de clima interno como en las corporaciones. La verticalidad se respeta y no es discute.

Tanto el Sindicato de Petroleros Privados en Neuquén como la UOCRA local transitan por distintos procesos orgánicos que repercuten en los gobiernos corporativos de las grandes empresas, en sus planes de inversión y en la estabilidad de los gobiernos de turno. Una percepción conocida por los cuerpos orgánicos que se ven obligados a reafirmar -en este mundo hiper interconectado- la permanencia y liderazgo de sus históricos negociadores.

Por un lado, Guillermo Pereyra debe salir a instalar su mensaje de continuidad ante un "supuesto plan de sucesión"; por otro, Gerardo Martínez debe iniciar un proceso de pacificación y ordenamiento en la UOCRA local. Ambos contabilizan más de 60.000 trabajadores en toda la provincia.

La UOCRA Neuquén conserva una masa de 22.000 obreros de la construcción de los cuales -aproximadamente- 8.000 están encuadrados en el convenio UOCRA Petroleros. Una organización sindical sumamente apetecible para el manejo de la obra pública y de la actividad privada.

Las constantes peleas por el dominio en las obras de Vaca Muerta forjaron la designación de Víctor Carcar como interventor regional. El nombramiento tiene la natural e histórica resistencia de Juan “Rancho” Godoy y Juan Carlos Levi.

Sede tomada, balacea, manifestaciones callejeras y amenazas de cortes son algunas de las acciones de una disidencia que desconoce la cultura y los procesos sindicales. Si hay algo que se jactan las organizaciones gremiales es de no ser anarquistas.

La conducción nacional de la UOCRA se maneja por simbología. A diferencia de Pereyra, Gerardo Martínez cultiva un perfil bajo, poco mediático y lleno de simbologías. La invitación a “dialogar que le hicieron al Rancho Godoy” responde más a un llamado de atención que a una reunión de pares. El “cuarto intermedio” revela que fue a escuchar, más que a decir.

Pereyra y Martínez saben que tiene un desafío por delante. Generar confianza y credibilidad a los inversores extranjeros para el desarrollo de nuevas obras. Tanto Gerardo Martínez como Víctor Carcar conocen que la próxima etapa de Vaca Muerta se centra en la infraestructura, en las obras civiles y los nuevos gasoductos y oleoductos. Para poder llevar adelante estas obras, será necesario que no existan díscolos, ordenar el gremio y que todos entiendan que “jamás la pared orina al perro”.

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