Conflictividad neuquina
Nahuel, Pereyra y Gutiérrez las cabezas visibles de la pelea territorial
Si algo le faltaba a la administración Gutiérrez en un año de elecciones de medio término es la rebelión mapuche, la disconformidad de las cámaras empresarias con el retraso de la modificación del compre neuquino y el cambio de estrategia de los sindicatos petrolerosEn un FODA que circuló por algunos escritorios de empresas del sector, se comentó que la actual gestión tiene una considerable fortaleza en el manejo de números provinciales, un olfato poco desarrollado para la oportunidad, una nula empatía y comunicación que debilita su gestión y un fuerte escenario de amenaza de lo que él consideró sus aliados.
Primero fueron los trabajadores de salud y la estrategia de ignorar el reclamo. Luego los movimientos de izquierda que cortaron los puentes y accesos en busca de planes o trabajo en el estado. Ahora son los mapuches que bloquean los ingresos a los yacimientos. Más tarde serán los sindicatos petroleros con reclamos y huelgas que desestabilicen el sistema.
A este convulsionado contexto se deberá sumar la incertidumbre política y macroeconómica que aleja a los inversores privados del potencial de Vaca Muerta. Sobre este resumido análisis sirve preguntarse quién gana, porque es obvio quien pierde.
Para quienes no conocen los actores locales, la Confederación Mapuche está liderada por Jorge Nahuel; un “negociador nato” al igual que el líder sindical. Ambos saben que no pueden matar a la gallina de los huevos de oro, y la estrategia que utilizan es movilizar a la tropa para poder sentarse y negociar. Un mecanismo que también es utilizado por los movimientos de izquierda y reflejan la falta de respuesta del Estado a las demandas sociales.
Es decir que el gobierno provincial, por acción u omisión, no atendió en su debido momento el reclamo de la Confederación Mapuche y su conducta terminó perjudicando las operaciones de YPF, Tecpetrol, Vista Oil & Gas y Pan American Energy, entre otras.
Lo cierto es que tópicos como ambiente y seguridad son los caballitos de batalla de los colectivos sociales “mapuches” para “negociar” el reconocimiento de un canon de “servidumbre de paso por el territorio”; y la contratación de alguna “empresa familiar” que pueda regar los caminos de los yacimientos sin pasar por un proceso licitatorio.
Lo llamativo de esta película son los antecedentes de los actores sociales. Al recorrer el historial de reclamos mapuches en la provincia se llega a la conclusión que, toda vez que la comunidad o la Confederación llegó a un acuerdo los tópicos de ambiente y seguridad pasan al olvido. Una conducta llamativa que es similar a la de los líderes sindicales cada vez que necesitan sentarse a la mesa para negociar mayores puestos de trabajo.
A esta altura solo queda pensar que la industria petrolera en la provincia del Neuquén está condicionada por dos fuerzas sociales que disputan la territoriedad. Por un lado, Jorge Nahuel con la Confederación Mapuche y las empresas familiares; y por otro, Guillermo Pereyra, con el sindicato y las cámaras locales.
En esta reiterada escena, donde se cruzan las campañas electorales, lejos quedó Omar Gutiérrez como representante legítimo de los intereses del pueblo neuquino. Un vacío político y social que se percibe y será aprovechado por quien aún está detrás de toda esta escena. Lo cierto en este nuevo paradigma la sociedad ya conoce a los actores y los potenciales resultados, solo resta saber quién los produce.