En primera persona, el infierno que vive en la chacra maldita

Patricia Morales vive con su esposo y su hijo de 11 años en una casa que se destaca en un predio de cinco hectáreas, conocido como 80 “S”. Hasta hace menos de un mes, era su hogar. Hoy, ya está decidida a abandonarlo porque vive un verdadero infierno.  El domingo pasado fue el peor de todos, la pesadilla aún está latente y tiene miedo. Miedo porque no le encuentra lógica ni puede razonar lo vivido. “Ayer vivimos algo muy feo, tenebroso”, confiesa. “Colchones que arden como por arte de magia, un calzoncillo apareció de pronto en otro lugar y comenzó a incendiarse. No sólo eso, sino que casi emulando la “S” del lote, se arrastraba encendido por el suelo”, cuenta y mientras lo repite, sigue sin poder creerlo.

La chacra maldita se ubica entre las propiedades de las familias Lonac y Bauch. No es propiedad de los Morales sino del Círculo Policial pero allí viven hace una década, sin registro de sucesos como los que ahora padecen. Todo comenzó el jueves 8 de agosto. Era de tarde y entre las alamedas comenzó un incendio que cruzó hasta el predio lindantes, consumiendo parte de un semirremolque térmico. Desde entonces, ya registraron 25 incendios. Cada vez, más cerca de la casa.

“Este domingo, estábamos en casa, vinieron a visitarnos familiares. Estábamos caminando por la chacra y mi nene estaba en casa. Y en ese momento, vio que en el galpón, dos colchones se prendían fuego solos. Mi marido estaba justo fuera del galpón, no había posibilidad de que alguien entrara”, contó la mujer. “Este lunes, decidimos mudarnos del lugar, no tenemos paz. Y los colchones de ayer que estaban mojados, se volvieron a prender fuego”.

La mayoría de las situaciones se repiten sin lógica ni explicación. Incluso, sorprendieron unas figuras en forma de cruces con las que se encontraron los bomberos. “Las cruces las hicimos nosotros por protección. Después de los incendios, ya no sabemos qué pensar”, contó Patricia a Noticiero Central Segunda Edición, angustiada y al borde del llanto. Y es que hay señales, que la aterran: “símbolos de Umbanda, círculos arriba de los gallineros y letras formadas por el fuego”.

“Dejo todo en manos de Dios, no sabemos que pasa pero viene por el lado de la tierra. Se nota un trabajo en las cuatro puntas de las chacras. Nosotros nos queremos ir”, concluyó.

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