La arquitecta fue asesinada a golpes con un matafuegos

María Marta Toledo fue asesinada de una manera brutal y despiadada. Su matador le rompió el cráneo con un matafuego, y su muerte fue instantánea. Fue un crimen premeditado, y por sus características, encuadrado en la figura del femicidio. Por ese hecho, ocurrido el 29 de julio pasado en la zona rural de Centenario, quedó imputado hoy Rodolfo Fabián Lucini, de 55 años, para quien la fiscalía pidió ocho meses de prisión preventiva por riesgo de fuga o entorpecimiento de la investigación. Su abogado defensor, Roberto Berenguer, pidió clemencia con una medida alternativa –domiciliaria con tobillera electrónica- por temor a la pandemia de coronavirus. El juez de Control Gustavo Ravizzoli, avaló en todos los términos la acusación, dispuso un plazo de investigación de cuatro meses y le impuso prisión preventiva por seis meses.

En la audiencia de formulación de cargos, los fiscales María Eugenia Titanti y Juan Agustín García, presentaron un buen número de prueba técnica y científica con la que basó su teoría de cómo fue asesinada María Marta Toledo y por qué Rodolfo Fabián Lucini fue el femicida.

Para ello se aferraron a las imágenes de los videos de cámaras de seguridad, a los informes de las compañías telefónicas sobre el movimiento del teléfono celular de la víctima, y las manchas de sangre encontradas en el habitáculo de la camioneta Chevrolet S-10 color blanco y en el matafuegos.

El móvil del hecho no está claro. Se descartó que haya ocurrido durante un intento de abuso sexual, pero llamó la atención que en la billetera de la víctima, fue encontrado solamente un cheque firmado por Lucini por 127 mil pesos. Por esos días –se dijo- Lucini le había propuesto un negocio consistente en comprar camionetas ofrecidas por empresas petroleras que se habría frustrado.

La importancia de las cámaras

El 29 de julio a las 13.26, la cámara de seguridad del edificio de Brown 745, donde vivía la víctima, registró a la camioneta Chevrolet S-10 estacionada en la puerta. Y seis minutos más tarde, se la vio a María Marta Toledo subir al vehículo. Al volante estaba Lucini.

Para la fiscalía, Lucini ya tenía premeditado el crimen, por lo que condujo desde ese lugar directamente a la calle 4 de la zona rural de Centenario. Y, según las cámaras de seguridad, lo hizo a alta velocidad. A las 13.46 pasó por debajo de la cámara ubicada en calle 1 y ex ruta 237 hacia la calle 4. La misma cámara captó su regreso hacia Neuquén a las 14.34 y también a alta velocidad.

Ya denunciada la desaparición de María Marta, una empleada de limpieza del edificio de la víctima aportó el primer y trascendental dato. “Subió a una camioneta blanca conducida por un hombre pelado”, les transmitió a las hermanas de la arquitecta. Éstas hablaron con la esposa de Lucini y cuando la mujer fue a ver la grabación exclamó asombrada: “ese es mi marido”.

Las celdas de telefonía

El teléfono de María Marta Toledo no fue encontrado, pero el reporte de la compañía telefónica aportó la información que la fiscalía buscaba.

Se informó que el aparato de la víctima estaba, a las 13.30 del 29 de julio, en su domicilio de Brown 745.

Las antenas de telefonía detectaron el movimiento del aparato hacia el Norte –en dirección a Centenario- y dejó de funcionar a las 15, en la zona rural.

Esos horarios y movimientos, terminaron siendo coincidentes con las cámaras de seguridad.

“Un hecho salvaje”

La fiscalía y el juez coincidieron en calificar de “salvaje” y con “una violencia inusitada” el crimen de la arquitecta.

Titanti relató que el llegar al final de la calle 4, Lucini detuvo su marcha, tomó a la mujer por el cuello con la intención de estrangularla, y con el matafuegos le propinó violentos golpes en el rostro y en gran parte del cráneo.

Los peritos que inspeccionaron la camioneta, detectaron manchas de sangre en el habitáculo. Pero también en el extintor, al que también le descubrieron una abolladura compatible con los golpes que María Marta presentaba en el cráneo.

“Hubo un sometimiento y extrema violencia, dentro y fuera del vehículo, donde la víctima llegó confiada porque había una amistad previa. La sometió de una forma atroz, y no tuvo posibilidad de pedir ayuda ni defenderse. Fue sobre seguro, aprovechando su notable diferencia física: ella medía 1,48 metro de estatura y el imputado es robusto”, señaló.

“Tiró el cuerpo al canal de riego sabiendo que a los pocos metros desemboca en el río (Neuquén); pero una prenda de la víctima quedó enganchada en unas ramas y por eso no se fue y pudo ser encontrado”, destacó.

“Luego se retiró del lugar y tiró las pertenencias de la víctima, como el teléfono celular, las llaves y la documentación personal”, señaló.

Un testigo que estaba en inmediaciones de calle 4 aseguró haber visto la camioneta blanca estacionada contra el canal de riego durante unos 20 minutos. “Llegó rápido y se fue muy veloz”, señaló el hombre.

La prisión preventiva

La fiscalía pidió ocho meses de prisión preventiva. Argumentó que existen los riesgos de fuga, teniendo en cuenta que si Lucini es hallado culpable le cabe una pena de prisión perpetua, pero también porque puede manipular evidencias que entorpezcan la investigación.

Y las razones las encontró en que les mintió a las hermanas de María Marta cuando lo llamaron para preguntarle si sabía qué había ocurrido, que regresó al día siguiente del crimen a tocar timbre al departamento de Brown 745 y esbozó una coartada que fue derrumbada por las evidencias colectadas en tan poco tiempo de investigación.

El dolor de las hermanas

María José, Adriana y Cecilia Toledo estuvieron presentes vía zomm desde Córdoba durante toda la audiencia.

Cuando el magistrado las invitó a expresarse, se dirigieron al imputado y pidieron no contemplar el pedido del defensor. “Él no tuvo consideración con mi hermana; fuiste una basura humana. Que te pudras en la cárcel”, dijeron.