Una menor de edad con domicilio en Merlo alarmó a las autoridades: “Yo me quiero matar, mi vida no tiene sentido”. La frase, que contuvo otras palabras clave como suicidio, disparó el protocolo internacional y derivó en un procedimiento de urgencia para su rescate.
“¿Vos me estás hablando en serio?”, le preguntó su interlocutora, que estaba en México a la hora de la charla. El diálogo era a través de un celular, mediante el cual la joven interactuaba en el juego Roblox, una plataforma virtual en la que se pueden crear y publicar entretenimientos para una determinada comunidad con herramientas sencillas y al alcance de cualquiera. Se trata de uno de los más populares del mundo.
Software con alarmas
Según se supo, este juego, al igual que otras creaciones similares, cuentan con softwares específicos con palabras o frases que disparan alarmas. Lo mismo sucede con las imágenes de abuso sexual infantil: cada vez que algo así se comparte la señal de alerta se dispara. Y, de inmediato, las autoridades de cada jurisdicción son avisadas.
Esa conversación en que la chica dio cuenta de sus intenciones de quitarse la vida brindó información precisa sobre la ubicación. Eso se obtiene mediante la compañía que provee el servicio de telefonía celular o internet del usuario en cuestión. Está claro que, en muchas ocasiones, no necesariamente es la persona adulta que lo contrató la protagonista de la historia, como es en este caso.
La intervención judicial y del Servicio Local de Merlo
Cuando el reporte internacional llegó a la Argentina y se determinó el origen del alerta, de inmediato se puso en marcha el engranaje judicial para rescatar a la potencial víctima.
Fuentes de la investigación precisaron que lo primero que se hizo fue identificar a la usuaria que estaba en red al momento de la charla. Una vez detectado el IP (registro interno) del teléfono en cuestión, la justicia instrumentó un procedimiento de urgencia junto a personal de la DDI Morón y del Servicio Local de Merlo.
El aval de los padres para el procedimiento
Llegaron hasta la casa de la menor, golpearon las manos y avisaron que estaban en la puerta, y el motivo por el cual habían llegado hasta allí. Hubo inicialmente sorpresa entre las personas que habitan el domicilio, entre ellas, sus padres, pero al mostrar la evidencia permitieron el ingreso de dos psicólogas especializadas en la prevención de suicidios y búsqueda de paraderos.
Las autoridades municipales y judiciales intervinieron y le brindaron contención a la menor, siempre con el consentimiento de padre y madre, que no salían del asombro frente a lo que se enteraron en ese instante.