Tony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, fue detenido en la noche del martes en Perú tras estar intensamente buscado por el triple femicidio narco de Brenda, Morena y Lara, las tres jóvenes halladas descuartizadas en una vivienda de Florencio Varela. Una de las claves para su captura fue el testimonio de su novia, que aportó información determinante sobre sus movimientos y su ubicación.
Según detalló el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, la investigación comenzó con una pista que llevó a los efectivos al búnker de Pequeño J en el Gran Buenos Aires. Los agentes llegaron a la casa que alquilaba en un complejo vinculado a su pareja, pero el sospechoso ya se había retirado. En el lugar se secuestraron documentos, una pistola, balas y ropa presuntamente suya, y la novia del narco brindó datos clave, incluyendo su celular, que permitió seguir sus movimientos a través de las antenas de telefonía y monitorear su salida hacia Perú.
La coordinación internacional fue determinante. Tras rastrear su ubicación y la de su mano derecha, Matías Ozorio, la policía bonaerense compartió la información con la fuerza antidrogas peruana. Los agentes peruanos lograron detener a Ozorio, y luego simularon una comunicación con Pequeño J haciéndose pasar por su cómplice, lo que permitió tenderle una trampa y capturarlo. Alonso destacó que además del testimonio de la novia, otras personas colaboraron con la investigación, motivadas por la violencia extrema del crimen.
El ministro explicó que Pequeño J tenía varias casas y relaciones, y que en muchos casos alquilaba departamentos en domicilios de mujeres desconocidas para el resto de las organizaciones criminales. “En ese búnker guardaba mucha documentación, pero lo que finalmente permitió llegar hasta él fue que sus propios compañeros de la delincuencia decidieron entregarlo debido a la brutalidad del crimen”, concluyó Alonso.