La noche en Neuquén dejó de ser un terreno para el misterio. Ahora es dominio de un ojo que nunca parpadea, una mirada de 360 grados que atraviesa calles, persianas y oscuridades con una sola certeza: todo queda grabado. Y la madrugada del jueves fue una prueba más de que en esta ciudad, que terminó con dos ladrones detenidos en pleno acto delictivo.
A las 00:40, una figura se deslizaba entre las sombras en la esquina de Luis Beltrán e Ignacio Rivas. Un hombre de 30 años empujaba una motocicleta sin patente. No sabía que un domo del Centro de Monitoreo Urbano lo seguía en tiempo real, ni que los operadores ya habían alertado a la Comisaría 17°.
Cuando la patrulla llegó, el hombre fue requerido para exhibir sus pertenencias. La sorpresa vino desde el fondo de su mochila: un arma de fabricación casera, tan casera como efectiva. De inmediato, la Fiscalía de Robos y Hurtos, bajo la supervisión de la Dra. Lorena Juárez, ordenó el secuestro de la mochila, la motocicleta y la demora del sospechoso.
Pero la ciudad no dormía
Una hora después, a la 01:53, las cámaras detectaron una segunda escena digna del archivo policial. Dos sujetos cargaban al hombro dos tirantes de hierro. Caminaban por calle Río Pulmarí y Godoy como si el botín no pesara, como si el silencio de la madrugada les diera permiso.
Nuevamente, la alerta fue inmediata. Desde el Centro de Monitoreo se comunicaron con Comisaría 16°, que envió personal al lugar. Los sospechosos fueron demorados. Minutos después, el legítimo dueño de los hierros apareció: los había visto por última vez en una obra en construcción en la intersección de Novella y Río Gallegos. Según relató, los individuos habrían forzado un cerco perimetral para sustraer los elementos.
Son escenas pequeñas, casi domésticas, pero el trasfondo es monumental. En ambas situaciones, el denominador común fue la tecnología. Una red de cámaras que, desde lo alto, funciona como un narrador omnisciente, implacable. Una herramienta que permite a las fuerzas de seguridad actuar con una rapidez quirúrgica, sin margen de error ni necesidad de testigos.
No es casual. La videovigilancia es una de las apuestas fuertes del gobierno provincial. Cuando comenzó la actual gestión, apenas 622 cámaras funcionaban en todo el territorio neuquino. Muchas estaban fuera de servicio. Hoy, con una inversión de más de 3.770 millones de pesos, ya hay 1.650 dispositivos en funcionamiento y el objetivo es superar los 3.200 en conjunto con los municipios. En otras palabras: el crimen ya no tiene dónde esconderse. O al menos eso dicen los que manejan el joystick.
Neuquén avanza hacia una ciudad vigilada. Una ciudad donde los delitos quedan atrapados en frames, donde la noche se escribe en tiempo real desde una pantalla de control. Donde la policía ya no sale a buscar el delito: lo espera en alta definición.
Y mientras tanto, los hombres de la madrugada siguen apareciendo. Con mochilas, con hierros, con intenciones dudosas. Sin saber que, sobre ellos, siempre hay un ojo encendido.