Un joven de 25 años apareció baleado en el hospital de Roca el viernes a la noche, pero se negó a decir quién le disparó, dónde fue el ataque ni cómo llegó hasta allí. La Policía no encontró rastros del tiroteo y todo el episodio quedó envuelto en un llamativo silencio.
El caso ocurrió cerca de las 23:30 en barrio Nuevo, una zona que ya viene con varios episodios violentos en los últimos meses. Esa noche, varios vecinos dijeron haber escuchado disparos en inmediaciones de la calle Picaflor, entre Urquiza y San Juan, pero cuando los móviles llegaron al lugar no había ni casquillos, ni sangre, ni testigos. Nada.
Un rato después, desde el hospital local llamaron a la Policía: un joven había ingresado con dos heridas compatibles con arma de fuego. Según fuentes policiales, tenía un roce de bala en la espalda y otro en la pierna, pero estaba fuera de peligro.
Los agentes fueron hasta el hospital para entrevistarlo, pero el muchacho se cerró por completo. No quiso hacer la denuncia, no explicó qué le pasó ni quién le disparó. Tampoco dijo cómo llegó hasta el centro de salud. Fue como si hubiese salido de la nada.
Desde la subcomisaría 69, con jurisdicción en el barrio, se ordenó una inspección ocular en la zona donde supuestamente se escucharon los tiros. El resultado fue negativo: ningún rastro de disparos, vainas ni manchas de sangre. Con los pocos datos disponibles, el caso fue derivado a la Fiscalía de turno, que pidió la intervención del Cuerpo de Investigaciones Judiciales.