Una camioneta Ford Ranger circulaba tranquilamente este martes por la Ruta 7, en Neuquén, como si nada. Pero no era una más: tenía pedido de secuestro vigente desde 2017 en la provincia de Buenos Aires y una patente más trucha que billete de 3 pesos.
Fue el personal del Departamento de Sustracción Automotores quien, tras olfatear algo raro en la chapa (y no por el óxido), decidió frenar al vehículo en la esquina de Ruta 7 y Conquistadores del Desierto. Eran las 20:05, el sol caía y la Ranger también.
Al verificar los datos, la sorpresa fue doble: no solo era una chapa apócrifa, sino que además el vehículo estaba oficialmente buscado desde hace siete años. O sea, una verdadera fugitiva sobre ruedas. Lo que si hay que admitir es la gran capacidad de escurrirse de la ley que tiene el conductor, que se ve que esta vez no estuvo del todo fino para esquivar controles.
El conductor —que seguramente no esperaba que su paseo terminara con sirenas y código penal— fue demorado y luego liberado, aunque quedó “supeditado” a la causa, como suele decir el protocolo judicial. Traducción: libre, pero con el WhatsApp prendido por si lo llaman para declarar. Por si las dudas, buscando un abogado.
La camioneta fue secuestrada, y ahora reposa en algún corralón policial, esperando el capítulo siguiente de esta novela mecánica. Porque si algo quedó claro es que, en Neuquén, las camionetas con papeles truchos no llegan muy lejos. Bah, por lo menos se puede asegurar que aunque sea siete años más tarde pueden caer. Porque mejor tarde que nunca...