Richard Felipe Soazo, de 26 años, integrante de la banda delictiva conocida como “Los Bin Laden” en Neuquén, se entregó este miércoles en la sede del Ministerio Público Fiscal, luego de permanecer más de una semana prófugo.
Soazo cumplía una condena de 7 años y 6 meses por robo calificado con el uso de arma de fuego en la Unidad de Detención Nº 11. El pasado sábado 7 de septiembre había salido con una autorización judicial bajo el régimen de salidas transitorias, un beneficio al que accedió tras haber cumplido más de cinco años de pena. Tenía la obligación de regresar a las 20 horas de ese mismo día, pero nunca volvió.
Tras su inasistencia, la Justicia activó el protocolo de búsqueda: se emitió una orden de captura y la jueza de Ejecución Penal, doctora Raquel Gas, declaró su rebeldía. Desde entonces, la División Recaptura de Evadidos, dependiente de la Dirección Delitos de la Policía de Neuquén, inició una intensa investigación que incluyó cuatro allanamientos simultáneos en el oeste de la ciudad. Si bien en esos operativos no lograron localizarlo, la presión policial fue determinante.
Finalmente, este miércoles por la mañana, Soazo decidió entregarse voluntariamente en la Ciudad Judicial, donde fue inmediatamente demorado.
El joven posee un frondoso prontuario y pertenece a una familia fuertemente vinculada al ambiente delictivo neuquino, lo que lo convierte en un objetivo prioritario para las fuerzas de seguridad. Tras su detención, intervino la doctora Natalia Lacoste, de la Oficina de Ejecución Penal, quien ordenó su notificación formal y el traslado inmediato a la Unidad de Detención 11, donde deberá continuar cumpliendo su condena.
Por buena conducta lo dejaban salir
Soazo purgaba una pena de 7 años y seis meses de prisión por una serie de violentos asaltos a estaciones de servicio, cometidos con armas de fuego. La Justicia lo encontró culpable de cinco hechos de robo calificado, además de atentado contra la autoridad y portación ilegal de arma de fuego.
Desde 2020 estaba detenido, y según las autoridades penitenciarias, había mostrado un comportamiento ejemplar. Eso le permitió acceder primero a visitas controladas y luego a salidas transitorias, dos veces por mes. Incluso había avanzado al régimen más flexible: el de salidas bajo palabra de honor, en las que no necesitaba un tutor externo que lo buscara y lo llevara de regreso. Sin embargo, no cumplió con las condiciones y en una de las salidas no regresó.