El juicio por jurados que busca esclarecer el femicidio de Marisa Coliman y la tentativa de homicidio de su hijo comenzó en los tribunales de Roca. En el banquillo se encuentra Nicolás Ezequiel Medina, de 23 años, acusado de un crimen ocurrido en julio de 2023 en un inquilinato de Luis Beltrán. Doce jurados titulares y cuatro suplentes tendrán la responsabilidad de definir si fue el autor de un ataque que dejó a una mujer muerta y a un joven con graves heridas.
La jornada, prevista para las 8:30, arrancó con tropiezos. Una jurado no se presentó y otro integrante llegó con demoras, lo que obligó a la Oficina Judicial a organizar de urgencia una segunda audiencia de selección para garantizar suplentes. Recién pasadas las 11 de la mañana el juez pudo dar las instrucciones iniciales y se abrieron los alegatos. La escena reflejó lo complejo del mecanismo de jurados populares, que exige compromiso pleno de quienes son convocados.
El caso a analizar es brutal. Según la acusación, en la madrugada del 23 de julio de 2023, Medina llegó al “Conventillo de García” donde vivía Coliman, una mujer de 43 años y madre de cinco hijos. Allí estaba con uno de ellos, Oscar Kuhn. Tras un breve diálogo, el imputado le dio dinero al joven para que fuera a comprar cervezas y en ese lapso intentó abusar sexualmente de la mujer. Ante la resistencia, la atacó con un cuchillo tipo tramontina. Le provocó más de treinta puñaladas, una de ellas en la arteria carótida, que le provocó la muerte.
Cuando el hijo regresó a la casa también fue agredido con intención de matarlo. Pese a las heridas en la cabeza, la mano y un dedo, logró escapar y pedir ayuda. Su testimonio, junto con peritos forenses, policías y vecinos, será clave en las audiencias que se extenderán hasta el 12 de septiembre.
La Jefa de fiscales Teresa Giuffrida abrió la acusación con una descripción dura: sostuvo que Medina actuó con violencia extrema y con desprecio hacia la condición de mujer de Coliman. Aseguró que la prueba testimonial y pericial demostrará la autoría y pidió a los jurados no perder de vista la secuencia de ataques ni el intento posterior de eliminar al hijo como testigo.
El abogado particular de la familia, Manuel Maza, reforzó la postura. Puso el foco en el contexto en el que vivía la víctima: una casa precaria, sin servicios, pero sostenida por la dignidad y la responsabilidad de una madre de cinco hijos. Según dijo, no hay lugar para dudas y las evidencias llevan de manera directa hacia Medina. También adelantó que la defensa intentará centrar el debate en los problemas personales del hijo, algo que calificó como un intento de desviar la atención.
La defensa pública, a cargo del ex juez Juan Pablo Chirinos, planteó un camino distinto. Reconoció que Medina estuvo en la vivienda esa madrugada, pero negó la versión fiscal. Según explicó, los hechos no ocurrieron en el horario señalado y en la casa se produjo una pelea en la que habrían intervenido tanto Coliman como su hijo. Chirinos adelantó que presentará pruebas de celulares y audios que muestran un clima de violencia previa entre madre e hijo, lo que -a su entender- podría cambiar la interpretación de lo ocurrido.
Con esas tres posturas, el juicio quedó en marcha. Por delante hay unos cuarenta testigos y una sociedad que observa de cerca. Si el jurado declara culpable a Medina, la condena será de prisión perpetua, la pena máxima prevista en el Código Penal.