Hacia mediados de este año, en un amargo relato de pesadumbre y resignación, el director de la óptica Wolf anunció que ya no volvería a pintar los muros externos de su establecimiento, porque lamentablemente no tenía sentido.
Y así fue. Dejó las pintadas y pegatinas tal como estaban, y se fueron sumando otras hasta que prácticamente no quedó lugar para más. Sin embargo, los cultores del daño con el aerosol redoblaron la apuesta y le pintaron la vereda.
¡Increíble! Cuando se pensaba que ya no había nada por arruinar, fueron por lo que quedaba y también lo estropearon.
La óptica está ubicada en Juan B. Justo y Avenida Argentina, en pleno corazón de la ciudad de Neuquén. En lo comercial, es una esquina estratégica; pero se encuentra justo en el corredor de las movilizaciones, y sus muros son usados a modo de pizarra.
Está expuesta. Literalmente indefensa frente a la desaprensión y a los ataques vandálicos, que son a todas luces frecuentes. Sin ir más lejos, este sábado la Catedral se cubrió con vallas para no sufrir pintadas durante otra movilización; pero la óptica (que está al lado) quedó a la buena de Dios.