CULTURA Y POLITICA

No fue un día más para Las Ovejas... ni para el país

Política al servicio de la comunidad. Un anciano, un adolescente, un libro, y un ejemplo para el país.
martes, 19 de mayo de 2020 · 11:19

Un hecho político muy importante se produjo en Las Ovejas, un pueblo del norte neuquino que no alcanza a los tres mil habitantes, y al que le sobra paisaje.

Vicente Godoy es el Intendente. Este destacado emprendedor, supo ser Director de cultura de ese municipio en la gestión de Marta Félix en el año 1991. Entonces era un joven que transitaba el lugar como hijo genuino, y devoraba las horas con propuestas y acciones que marcaban el rumbo de una gestión distinta.

Godoy es un Intendente que entiende la política con mayúscula. Los habitantes de ese pueblo lo conocen como parte de la familia que son y lo reconocen como un vecino que vive el día a día con los ingredientes necesarios para construir algo parecido a la felicidad. 

Por la mañana se realizó un acto con el protocolo acostumbrado: unos pocos funcionarios y concejales, acomodados según el rigor de las medidas que se toman por la situación actual, una mesa, las banderas y en el centro, un hombre sentado rodeado por los libros de su autoría.

Se trata de Tino Munk, de 80 años y revelado poeta presentando su primer libro editado por el Municipio. El mismo, está ilustrado con los dibujos de un joven que, por una seria dolencia, no pudo estar presente: Iván Godoy (no vinculado familiarmente al Intendente).

El libro lleva por título: "Que nada te sorprenda", nombre de uno de los poemas, que resume en cada palabra la experiencia del autor y el sentimiento en su máxima pureza a la hora de expresarlo.

Hubo palabras de agradecimiento por parte del poeta, una reseña autobiográfica cargada de emocionados recuerdos de su vida, y la lectura de los poemas por parte del propio Intendente y una colaboradora. Luego los aplausos, y la lectura de la Ordenanza declarando de "Interés Cultural" por parte del Concejo para cerrar el acto.

No o fue un día cualquiera ni un acto más para Las Ovejas, ni para Neuquén, ni para el país. En una pequeña aldea, en la Patagonia, en ese desierto poblado por la maravilla del hombre cuando se muestra con sus bondades, en medio de una situación que se impone como la más grave vivida en el mundo provocada por un virus desconocido, en ese instante, había poesía y mucha emoción.

Un puñado de personas se permitieron vivir un acontecimiento distinto de real significación política, y lo es, porque la misma es utilizada para lo cual existe: una herramienta transformadora, que va a lo profundo de una sociedad: que descubre en un vecino, la espiritualidad que navega por muchos, y en el homenaje a él, el reconocimiento de su importante existencia en el lugar.

Suele pasar desapercibido este tipo de acontecer, tan ocupado está el ser humano en atender los disparos de la metralla cotidiana que llegan de todos lados. Sin embargo, siempre habrá alguien, algunos seres necesarios que adviertan que es posible hacer algo para no morir bajo las balas de la indiferencia y el olvido. Las Ovejas, esta vez, fue el ejemplo.

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