TENÍA 89 AÑOS

Falleció el Padre Valerio, un pastor con "olor a oveja"

Fue el párroco de Aluminé durante 55 años. Su obra y ejemplo, siempre junto a los más humildes, perdurará en el tiempo.
jueves, 21 de mayo de 2020 · 02:36

Valerio Garlando nació en Monferrato, norte de Italia, en el año 1931. Fue el mayor de 12 hermanos, y tuvo una adolescencia atravesada por la Segunda Guerra Mundial. En esos tiempos pudo experimentar la cruda y dura pobreza, sobreviviendo con poco y nada de alimento: pan en el que mezclaban harina con aserrín, y hasta alguna rata asada.

Esa experiencia hizo que, según Nahuel "Chicho" Antiman, una de las personas que más lo conocía, él se autopercibiera como un enamorado de la vida. La austeridad y la búsqueda de la simpleza de poder vivir en armonía con la naturaleza tratando de interpretar el sonido del silencio, era su lema. 

Tocó muchos corazones a lo largo de sus 55 años como párroco de Aluminé. Construyó, no solo historias, sino obras palpables, de ladrillo, madera y cemento. En el pueblo hay quien dice que era más albañil que cura. Era llamado "El Gringo" por sus colegas; el "Cura de los indios" por la aristocracia aluminense de antaño; "Padrecito" por los habitantes de Ruca Choroy, entre tantos otros apodos. Pero él también tenía sobrenombres para todos: si lo cruzabas en la calle te decía con su voz ronca, de pucho y mistela: "¡Eh, flacuchento!" (en mi caso), a otros les decía pichiruchicalavera, damita, pimpollo, etc.

Si de autorreferecia se trata, el autor de esta nota incluye una foto propia, de su primera Comunión, junto al Padre Valerio.

Entre sus historias tempranas, se destaca su amor por la montaña: era alpinista por naturaleza, celebró misa a 4200 metros de altura en los Alpes. También fue piloto e hizo su vuelo de bautismo en Cutral Có al poco tiempo de haber llegado a la Argentina. Con un par de años de estudios de enfermería trajo varios niños al mundo, y salvó varias vidas en la comunidad mapuche de Ruca Choroy, lugar en el que realizó una gran obra, tanto humana como espiritual.

Construyó un albergue en la Parroquia de Aluminé para que los jóvenes de los parajes rurales relegados por el sistema pudieran asistir a la educación secundaria. También un hogar de ancianos con 60 plazas, que tenía 800 metros cuadrados e incluía una sala velatoria, que sigue funcionando hoy en día. También entendió que era necesario un lugar de esparcimiento para ambos grupos etarios, y entonces arrancó la denominada "Quesería": un lugar distinto en Pulmarí, un pequeño albergue, lejos de la tecnología y la “contaminación acústica”, que sirvió también como lugar de retiro para los religiosos de distintos puntos cardinales que lo visitaban. Además inauguró la Escuela Agrotécnica Sagrada Familia, y junto con ella la posibilidad de que los jóvenes de la localidad puedan obtener el título de Técnico Agropecuario con capacitación en vegetales y animales.

En el año 2014, fue aprobado el Proyecto de Declaración 1672 en la Legislatura neuquina, que declaró de interés legislativo la trayectoria del Padre Valerio Garlando. Esta declaración expresaba “el reconocimiento a la labor humanitaria, educativa, social y solidaria que realizó en las comunidades de Aluminé, Ruca Choroy, y parajes vecinos”.

Este miércoles 20 de mayo, su cuerpo de 89 años dijo basta, y en el Hospital Castro Rendón, de Neuquén capital, Valerio Garlando fue a su encuentro con Dios. La comunidad de alumiense toda va a extrañar a ese vecino, que caminaba por el pueblo como uno más, pero no era uno más. Fue un prócer patagónico, con acento italiano. Siempre pensando en que las oportunidades lleguen también al más humilde. Un pastor, en el medio de su rebaño. Un pastor... con olor a oveja.

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