CHAPUZÓN QUE ESTREMECE

El placer helado de nadar en el Limay en pleno invierno

Hombres y mujeres comenzaron el año pasado a disfrutar de esta práctica. Mirá el video
domingo, 26 de junio de 2022 · 12:28

Desafiando el frío de los días y la temperatura del agua, hombres y mujeres de la región comenzaron a practicar la natación en el río Limay, tal como hacen en otros lugares de la Argentina otros amantes de este placer. Verónica Cassano comentó por AM 550 y 24/7 Noticias de Neuquén lo que siente el cuerpo y el espíritu cuando la correntada acaricia la piel. Primero comenzaron con trajes de neoprene y luego se lanzaron a nadar sólo con trajes de baño, tras un período de adaptación y chequeos médicos, ya que se debe tener en cuenta el desafío de no llegar a sufrir de hipotermia.

La relación del cuerpo con el agua fría remueve una serie de sensaciones tan nuevas como apasionantes, comentan quienes lo hacen. Los paisajes exteriores de la vera del Limay o del lago Ramos Mejía de El Chocón cambian absolutamente cuando la natación se realiza en  invierno y mucho más cuando la nieve visita esos márgenes.

"Al principio te puede doler el cuerpo, sentís como cuchillazos o agujas, pero esa sensación dura un minuto, luego ingresas a la ´terma Limay´ porque ingresás en un estado de relajación tan profundo que es como salir de un spa", señaló Cassano, que además es guardavida. 

Sirenas del Limay es el nombre que decidieron poner al grupo que se fue sumergiendo en esta impactante sensación de nadar en las aguas frías, relacionados con el nucleamiento nacional Nadadores de Aguas Frías (NAF), que salió a la luz del país cuando un grupo recibió la noche más larga del año en el Canal de Beagle, en Ushuaia. Allí también César Barrientos y Nancy Bulka hablaron en el programa Pasen y Vean, para contar y mostrar lo que se siente.

En ese desafío de recibir el invierno en el agua del mítico Canal de Beagle, también estuvieron los cutralquenses Silvana Romero y Enrique Aguilera, que viajaron especialmente para cumplir con su objetivo.

Claro que en esa hora cero del 21 de junio la temperatura exterior era de siete grados bajo cero y la del Beagle no superaba los cero grados.

Cada uno de los músculos, las extremidades y el espíritu se conmueven con la temperatura propia y la del agua, en una actividad que incita a practicarla una y otra vez, además de generar vínculos con quienes están a su lado desde la orilla o nadando y buscar conocer otros lugares similares en nuestra Patagonia.

 

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