Estalló la muerte en el corazón de la Comarca Petrolera

La Comarca Petrolera de las ciudades de Plaza Huincul y Cutral Co estalló a las 4.10 de la madrugada de este jueves cuando escuchó una explosión que venía de la zona sur, de una de las plantas que refinan el petróleo crudo. A la explosión le siguió una inmensa llamarada que iluminó dramáticamente el Parque Industrial y tuvo su centro en un manojo de tanques de la empresa New American Oil (NAO). Allí se transforma el petróleo crudo neuquino en gas oil que es utilizado básicamente para transporte de cargas y maquinarias de trabajo en el campo.

En el lugar, Fernando Jara de 34 años, Gonzalo Molina de 31 y Víctor Herrera, un trabajador de 58 años que estaba próximo a jubilarse, perdieron la vida en forma instantánea. Un cuarto operario recibió heridas por la onda expansiva cuando se encontraba a unos 250 metros del epicentro del siniestro. Dos choferes que pernoctaban en sus camiones alcanzaron a salir de las cabinas, también con algunas heridas.

De inmediato los cuarteles de bomberos de ambas ciudades, los municipios, Defensa Civil, policía y personal de salud se concentraron en el lugar, activando el Comité de Crisis. La primera actividad de los efectivos de bomberos fue analizar la característica del incendio, el material en combustión, la organización espacial de la planta y la posibilidad de ampliación del siniestro. Además, se comenzó con la tarea de cerrar todas las válvulas que proveen del combustible y especialmente las que intercomunican a los diferentes centros de almacenamiento del área. Con el correr de las horas, desde YPF y de varias ciudades llegaron dotaciones de bomberos para colaborar con la tarea.

El estallido de la madrugada en la Comarca Petrolera no sólo alertó del incendio sino también despertó las peores sensaciones y la llegada de las más trágicas noticias, como suele suceder cuando ocurre un siniestro en la industria petrolera. La labor en esa área de la producción está bien remunerada, es cierto, pero también se debe sopesar el riesgo permanente que corren quienes trabajan allí, en forma permanente. Porque por más mínimo que sea el accidente, resulta trágico casi sin apelación. Por eso también es atendible la demanda permanente del sindicato que agrupa a trabajadores y el seguimiento que también realizan las empresas sobre protocolos de seguridad.

La mecánica del siniestro, las responsabilidades y la carga penal que pueda caber ya está en manos de la justicia que interviene, desde un primer momento y especialmente desde media tarde, en el lugar del fuego mortal.

Ahora el silencio de los hierros retorcidos se suma a la congoja de la población. Pero es un silencio estruendoso que vuelve a interpelar sobre las causas, las razones, la seguidilla de hechos que terminan -como en este caso- con la propia vida.