Hay más de 30 mil maestros, y en las asambleas participa menos de 10 por ciento. Son calificadas de numerosas y representativas pero esto siempre es relativo. Juega, en este tema, y profundamente, la política. En el caso de ATEN, históricamente hubo y hay una representación moderada y otra más extrema. Una se identifica con el progresismo de moda; la otra abreva en la fuente un poco oxidada pero vigente de la izquierda.
De un lado, para ser concretos, está Marcelo Guagliardo. Del otro, Angélica Lagunas. En esta coyuntura, es la pelea que se está librando, y el conflicto define más quién controlará el gremio que lo que pueda pasar o no en las asambleas, y lo que pasó en el plenario de este viernes en Cutral Co.
Los conflictos largos no solo son extenuantes para el gremio y para el gobierno. Fundamentalmente, afecta a la ciudadanía y su derecho inalienable a acceder a la educación pública. Los conflictos largos no garantizan que se conseguirá la mejor oferta salarial o de condiciones laborales; de hecho, en la historia no ha sido así.
El conflicto en el que los maestros mantuvieron cortado los puentes entre Cipolletti y Neuquén quedó en la historia por su duración y empeño, por la épica de la protesta, e incluso por cómo terminó, reprimido y desalojado por Gendarmería.
Pero no consiguió mejorar los salarios de los maestros, ni sus condiciones laborales; y marcó un punto de inflexión en la conducción política del sindicato.