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Martes 19 de Agosto, Neuquén, Argentina
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Qué es lo que no hay que decirle a una persona con ansiedad: consejos para acompañar sin dañar

Expertos en salud mental alertan sobre frases comunes que pueden intensificar la ansiedad y destacan la importancia de la empatía y la escucha activa para brindar un apoyo verdadero.

Por Redacción

Martes, 19 de agosto de 2025 a las 08:29
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Jaime Fleischer, directora de terapia en Headspace, sintetiza el enfoque recomendado para acompañar a quienes sufren ansiedad: “Prioriza la presencia sobre el consejo y la conexión sobre la corrección”. Este consejo refleja la visión de especialistas que advierten sobre el impacto negativo que pueden tener algunas frases bienintencionadas.

Un análisis realizado por expertos consultados por TIME señala que muchas expresiones comunes, aunque intentan ayudar, pueden aumentar el malestar de quienes viven episodios de ansiedad. La ansiedad es una condición compleja que no responde a la lógica ni al control voluntario, influenciada por factores biológicos, ambientales y experiencias previas.

Qué decir y qué no

Fleischer enfatiza que “la positividad tóxica no es la solución; la empatía y la compañía son lo más sanador”. Entre las frases que se deben evitar, una de las más frecuentes es “Tranquilizate”. Leah Riddel, consejera clínica y persona con ansiedad, explica que esta expresión minimiza la experiencia y da la impresión errónea de que la persona puede controlar síntomas involuntarios. “No he conocido a nadie con ansiedad que no haya intentado todo para disminuir sus síntomas”, señala.

Otra frase problemática es “No hay nada de qué preocuparse”. Aerial Cetnar, terapeuta en Boulder, advierte que la ansiedad no se disipa con argumentos racionales, y que minimizar los temores puede generar culpa y aumentar el sufrimiento. Comentarios como “¿Otra vez estás preocupado?” pueden transmitir desprecio y alimentar la vergüenza, según Roselyn Pérez, terapeuta en Ponte Vedra Beach, quien destaca que “el juicio cierra la conexión, la curiosidad la abre”.

Ofrecer garantías del tipo “Todo va a estar bien” también resulta contraproducente porque no siempre es posible asegurar resultados positivos, lo que puede invalidar las emociones de la persona. La frase “Estás exagerando” es aún más dañina, pues fomenta la autocrítica y la sensación de ser una carga, explica Cetnar.

Otras expresiones a evitar incluyen “Deja de pensar así”, que ignora la dificultad real para controlar los pensamientos ansiosos, y “Al menos…”, que desvía la atención del sufrimiento. Finalmente, la recomendación de “Solo tienes que ser más positivo” representa la llamada “positividad tóxica”, que culpa injustamente a la persona por su estado, según Fleischer.

En contraposición, los especialistas sugieren alternativas que priorizan la validación emocional y la compañía. Por ejemplo, Riddel recomienda expresar empatía con frases como: “Veo que tienes miedo ahora. ¿Puedo sentarme con vos?”. Si no es posible acompañar en persona, se puede proponer un cambio de ambiente para ayudar a la relajación.

Cetnar propone abrir espacios de escucha sin juicio: “Eso suena muy difícil. ¿Querés contarme qué pasa por tu mente?”. Pérez aconseja abordar la situación con curiosidad y apoyo: “Noté que estás tenso hoy. ¿Todo bien? Sentémonos juntos y pensemos en lo que te ayudó antes”, para generar confianza y seguridad.

En lugar de prometer certezas, Pérez sugiere analizar juntos los posibles escenarios para reducir la incertidumbre. Para quienes tienden a invalidar la ansiedad, Cetnar aconseja afirmar la legitimidad de las emociones: “Tu reacción tiene sentido, considerando lo que viviste”.

Cuando los pensamientos ansiosos dominan, Fleischer recomienda una sencilla práctica: “Sentémonos y respiremos juntos tres veces”, para interrumpir el ciclo de pánico. Frente a comparaciones o relativizaciones del sufrimiento, la respuesta empática debe ser directa: “Eso suena muy duro. Siento mucho que estés pasando por esto”.

Finalmente, Fleischer recuerda que la ansiedad no se supera con fuerza de voluntad y que el mejor apoyo es transmitir compañía: “No estás solo. Estoy acá con vos”. Este mensaje reconoce el esfuerzo y ayuda a normalizar las emociones, disminuyendo la vergüenza asociada a la ansiedad.

Los expertos coinciden en que el acompañamiento genuino y la escucha activa son las herramientas más valiosas para apoyar a quienes atraviesan episodios de ansiedad. Más allá de ofrecer soluciones inmediatas, estar presentes y disponibles resulta fundamental para brindar un verdadero sostén emocional.

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