La salud mental y las adicciones volvieron al centro del debate público en Neuquén. En diálogo con el programa "Así Estamos" por AM550, la jefa del servicio de Adicciones del Hospital Castro Rendón, Malvina Carrizo, trazó un panorama detallado de los dispositivos de atención, la complejidad de los tratamientos y los cambios que implicó la Ley de Salud Mental.
Uno de los ejes centrales de su explicación fue el funcionamiento del Instituto de Rehabilitación Arroyito, que depende íntegramente del Castro Rendón y que trabaja hace 25 años como comunidad terapéutica para varones adultos.
“Arroyito funciona desde 2000 con personal del servicio de adicciones del hospital. Es un equipo interdisciplinario compuesto por médicos, psicólogos, trabajadores sociales, operadores, acompañantes terapéuticos, administrativos y personal de cocina y maestranza”, explicó Carrizo. Allí se realizan internaciones prolongadas para consumo problemático de sustancias, una parte del tratamiento pero ya no la única.
La especialista remarcó el cambio de paradigma que trajo la normativa vigente: “Antes de la Ley de Salud Mental todo se resolvía con internación, muchas veces hasta en contra de la voluntad de la persona. La ley permitió otra mirada, otra forma de abordar las adicciones”.
“Las adicciones son una problemática social. No alcanza con decir que alguien consume porque está desempleado o en situación de calle. Son muchos factores, y también vivimos en una época que exige inmediatez y vende una imagen de felicidad ligada al consumo permanente”, dijo Carrizo.
El mencionado espacio ofrece 12 cupos para hombres adultos, con o sin obra social. Viven en casas compartidas y tienen espacios comunes como comedor, televisión y biblioteca. También hay un gran terreno donde realizan distintas actividades terapéuticas y de laborterapia.
En el IRA, el ingreso es voluntario. Un equipo de profesionales evalúa cada caso para ver si este tipo de tratamiento comunitario es el adecuado. El proceso es intensivo y puede durar entre 6 y 12 meses, según cada persona
Capacidad, internaciones y dispositivos para mujeres
El dispositivo de Arroyito puede alojar hasta 12 varones, mientras que la sala de desintoxicación de calle Belgrano –dependiente también del Castro Rendón– tiene ocho camas y desde hace un mes comenzó a recibir mujeres, una novedad en el sistema público neuquino.
A esto se suman los consultorios del sector ambulatorio, la Casa de Mujeres “Las Resilientes”, un espacio de bajo umbral, y el centro de día. “Las únicas internaciones prolongadas son las de Belgrano y Arroyito”, aclaró Carrizo.
Consultada sobre si las personas internadas llegan por decisión propia o judicial, indicó: “En comunidad terapéutica, la internación es siempre voluntaria. Solo en desintoxicación puede existir alguna internación involuntaria cuando hay riesgo para sí o para terceros, tal cual lo establece la ley”.
“Ampliar no es solo sumar camas, es trabajar con la comunidad”
Ante la pregunta sobre la necesidad de aumentar la infraestructura, Carrizo fue contundente: “Antes que ampliar internaciones, proponemos trabajar más con la comunidad. Si no, seguimos con una lógica de exclusión. La internación es necesaria, sí, pero no es la única forma de abordar las adicciones”.
Según detalló, desde el primer día de ingreso de un paciente a Arroyito se trabaja en la externación: “Desde lo social, lo vincular, lo habitacional, lo laboral. Si solo pensamos en la sustancia, volvemos al paradigma viejo”.
“Antes que ampliar internaciones, proponemos trabajar más con la comunidad. Si no, seguimos con una lógica de exclusión. La internación es necesaria, sí, pero no es la única forma de abordar las adicciones”, explicó la jefa del servicio.
Salud mental, adicciones y una problemática multicausal
La jefa del servicio advirtió que los consumos problemáticos no pueden analizarse de forma aislada: “Las adicciones son una problemática social. No alcanza con decir que alguien consume porque está desempleado o en situación de calle. Son muchos factores, y también vivimos en una época que exige inmediatez y vende una imagen de felicidad ligada al consumo permanente”.
Carrizo señaló además que las adicciones sin sustancias —como el juego o el uso compulsivo del celular— también forman parte del escenario actual:
“Hoy vemos chicos de dos o tres años manejando un celular mejor que un adulto. Eso también es un tipo de adicción”.
Sobre los dilemas que surgen en decisiones clínicas que a veces chocan con interpretaciones de la ley, Carrizo fue clara: “En salud mental no existe el dos más dos es cuatro. Lo que para mí puede ser lo mejor para un paciente, para él o su entorno no lo es. La clave es el trabajo intersectorial. Salud sola siempre se queda corta”.
Y cerró con una reflexión que resume la complejidad del desafío: “Esto no es un resfrío que se trata siete días. Es un acompañamiento prolongado y, muchas veces, de por vida. Por eso tenemos que visibilizar la problemática y trabajar de manera integral”.