En una postal tan surrealista como simbólica, la droga secuestrada por investigaciones de microtráfico en Neuquén será incinerada en los hornos pirolíticos del cementerio central. Así lo establece un nuevo convenio firmado esta mañana entre el fiscal general José Gerez, el intendente de la ciudad Mariano Gaido y el ministro de Seguridad de la provincia, Matías Nicolini.
La medida, presentada como un avance en la política contra el narcotráfico a escala local, busca garantizar la destrucción segura de las sustancias ilegales, aprovechando la infraestructura existente del municipio.
Una triple alianza contra el narcomenudeo
El convenio detalla que la Municipalidad de Neuquén se encargará de facilitar los hornos del cementerio central para realizar las quemas. Por su parte, el Ministerio de Seguridad provincial llevará adelante los traslados de los estupefacientes desde los centros de resguardo hasta el lugar de incineración. En tanto, el Ministerio Público Fiscal (MPF) establecerá un cronograma periódico para llevar a cabo las destrucciones.
Durante el acto, que se llevó a cabo en la sede del municipio capitalino, el fiscal general José Gerez subrayó: “Esto es una política pública que estamos implementando y fortaleciendo entre todos los ámbitos”. Por su parte, el intendente Mariano Gaido destacó que “esta política pública nos interesa a todos y es prioridad”, y adelantó que se trabajará en la firma de nuevos convenios para seguir ampliando esta estrategia.
El ministro Matías Nicolini aportó un dato concreto: “Estamos teniendo muy buenos resultados desde que la provincia se hizo cargo de las investigaciones por microtráfico”. Y remató con una frase que resume el espíritu del acuerdo: “Droga que se quema, droga que no vuelve a la calle”.
Cementerio y justicia: un mensaje con doble filo
Más allá de la efectividad logística, la imagen de las sustancias ilegales ardiendo en los hornos de un cementerio no pasó desapercibida. No son pocos los que interpretan la medida como un gesto simbólico: dar por “muerta” a la droga incautada, quemándola en un sitio asociado al final definitivo. Un mensaje potente —y quizás también polémico— en tiempos donde el microtráfico sigue siendo una de las principales preocupaciones de la seguridad urbana.
Con este nuevo paso, Neuquén capital no solo fortalece su capacidad de respuesta ante el microtráfico, sino que también marca un precedente: cuando se trata de eliminar la droga, hasta el cementerio se convierte en un aliado. Y esta vez, no hay resurrección posible.