Tras el anuncio del gobierno argentino de eliminación gradual de aranceles a la importación de productos electrónicos, y su directa vinculación con el abaratamiento de precios en el país, se reflejó en los medios de Chile la preocupación por un eventual descenso de la cantidad de compras que los argentinos -y los neuquinos en particular- hacen generosamente en el país trasandino.
No es para menos: la Cámara de Comercio de Temuco aceptó, hace solo unas semanas, y en pleno auge de ventas en los comercios del sur chileno, que los argentinos representan 30 por ciento del total de ventas que se hacen en los grandes comercios chilenos.
En concreto, hay una deducción simple: a partir de la rebaja impositiva, es probable que ya no sea negocio para los argentinos viajar a Chile para comprar celulares, televisores, acondicionadores de aire, microondas y todo tipo de productos que estuvieron casi siempre más baratos del otro lado de la cordillera.
"¿Se termina la fiebre por venir a Chile?" se preguntó, por ejemplo, el diario La Tercera, al referirse al fenómeno que llegó a hacer colapsar la capacidad de los pasos fronterizos.
Los datos del INDEC reflejan también lo que ha sido esta interacción comercial. En el primer trimestre, los chilenos que llegaron por vía aérea dejaron en Argentina 31,4 millones de dólares, mientras que los argentinos gastaron en el país trasandino, en el mismo período, un total de 56,6 millones de dólares.
Habrá que aceptar que la realidad es cambiante, y que esos cambios, en Argentina, y ahora también en Chile, están haciendo bastante ruido.