Los bosques nativos andino-patagónicos, claves para la biodiversidad y los recursos hídricos, enfrentan cada vez más incendios forestales de gran magnitud. El último, conocido como “Confluencia”, se inició a fines de enero y se extendió hasta marzo en el Área Natural Protegida Río Azul, Lago Escondido, en Mallín Ahogado, afectando unas 3.800 hectáreas entre bosques, humedales y chacras productivas. El fuego obligó a evacuar a más de 700 turistas, dañó 220 viviendas y dejó pérdidas millonarias.
Frente a esa situación, la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro convocó al CONICET para diseñar un diagnóstico técnico y un plan de acción. El programa contempla desde la restauración ecológica hasta la gestión de riesgos, con un enfoque interdisciplinario que involucra a especialistas en biodiversidad, geología, producción y turismo. El desafío, sostienen los investigadores, será combinar las necesidades de los pobladores con las acciones de manejo ambiental.
Uno de los ejes del estudio es la “severidad” del incendio, que mide la magnitud del daño sobre la vegetación y el suelo. Los científicos advierten que, en algunos sectores, el ecosistema podría regenerarse de manera natural, pero en otros habrá un cambio profundo que transformará bosques en matorrales. A esto se suman riesgos geoambientales como erosión, deslizamientos y aluviones, fenómenos que los equipos monitorean con drones, mapeos y participación ciudadana para avanzar hacia un sistema de alerta temprana.
El plan integral no se limita a lo ambiental. Incluye también aspectos sociales, educativos y productivos, con el objetivo de fortalecer la resiliencia comunitaria frente a futuros incendios. Los especialistas remarcan que la prevención debe comenzar desde lo local, en cada lote, barrio o chacra y sostienen que solo el trabajo conjunto entre instituciones y ciudadanía permitirá reducir la vulnerabilidad en una región donde el fuego ya se volvió un riesgo recurrente.
Los organizadores confirmaron que en los próximos meses continuarán las mesas de trabajo específicas para definir las prioridades de intervención, con el objetivo final de garantizar una apertura segura del área natural protegida para la próxima temporada de verano, devolviendo a la comunidad y a los visitantes uno de los espacios naturales más valorados de la región. (ANB)