Lo que debía ser una noche de diversión en El Bolsón se transformó en una pesadilla. Un chico de 22 años terminó internado de urgencia después de recibir una puñalada en plena pista de baile. Nadie supo quién lo atacó y el agresor nunca fue identificado. Pero la Justicia dejó claro que la responsabilidad no fue solo del violento: el organizador del evento fue condenado a pagar casi 40 millones de pesos por no haber garantizado la seguridad mínima en el lugar.
El caso reveló que la fiesta se organizó sin entrada paga, sin controles en la puerta y sin personal que pudiera actuar ante una situación de riesgo. “No es una cuestión comercial, es una cuestión de seguridad”, remarcó la jueza. Y explicó que cualquiera que junte gente en un espacio cerrado tiene la obligación legal de cuidar a quienes participan.
La víctima estuvo al borde de la muerte. La puñalada en el abdomen le provocó lesiones graves que obligaron a una cirugía y a una internación prolongada. Las secuelas fueron físicas y también psicológicas: angustia, aislamiento y problemas para retomar su vida normal. Los peritos confirmaron que el daño fue profundo y que todavía arrastra limitaciones.
En el juicio civil se intentó responsabilizar a más personas y hasta a una aseguradora, pero fueron eximidos. Todo quedó en manos del organizador, que no pudo escudarse en la excusa de que se trataba de un “hecho de un tercero”. La jueza fue contundente: el verdadero problema fue la falta absoluta de medidas de seguridad.
La sentencia del Juzgado Multifueros de El Bolsón fijó la indemnización en $39.858.561,18. Aunque el fallo aún puede ser apelado, el mensaje es claro: organizar una fiesta sin controles ni prevención puede salir carísimo.