Todos los días de esta temporada estival tan singular, en la región, hay noticias de turistas que han sido "aliviados" de su carga, por acción de ladrones, asaltantes, chorros, o como quiera denominarse a los que (hace mucho) los periodistas describían como "amigos de lo ajeno". El robo, o hurto, más frecuente es en autos que los turistas dejan estacionados con pertenencias dentro. Ayer, por ejemplo, se llevaron de un Ford K estacionado a la altura del kilómetro 2.700, en la ruta 40, en Bariloche, un millón de pesos y mochilas con diversas pertenencias valiosas.
En este caso, la policía rionegrina consiguió atrapar a los ladrones, y recuperar lo robado. Eran dos hombres de 33 y 35 años, que huían en un Fiat Uno desvencijado, y que por simple observación de los policías cayeron en la trampa de pisar el acelerador. La policía los interceptó, revisó el auto, y encontró allí el botín recién obtenido: varias mochilas que contenían dispositivos electrónicos, prendas de vestir y alrededor de un millón de pesos en efectivo.
Nada de esto puede dejarse en el interior de un automóvil que va a dejarse estacionado, sea donde sea. La singularidad de la coyuntura argentina ha logrado que haya chorros por todos lados. Parece que entra dentro de las reglas de competencia del mercado, que han incentivado a un crecimiento de este tipo de ladrones incidentales, adosados al turismo, atentos a llevarse algo ante el menor descuido.
Por eso, la policía recomienda extremar cuidados para cuidar pertenencias sobre todo en lugares abiertos y públicos, donde, por más vigilancia que haya, siempre puede suceder un hurto o robo a pequeña escala, que suele ser extremadamente dañino para las personas que están de vacaciones.