El carro es simple, manual, cargado de bandejas y latas, pero detrás hay una idea clara y una historia larga. Daniel Blasco decidió llevar la panadería a la calle con un proyecto propio: una panadería móvil que se instala donde hay movimiento, trabajadores, vecinos y charla. Sale temprano, se queda un rato en cada lugar y vuelve a cargar. Vende lo que sabe hacer desde siempre: facturas y bizcochos, dulces y salados, productos clásicos, pero con un sello personal.
La iniciativa no surge de la improvisación. Blasco tiene panadería en Valentina Sur y trabaja junto a sus hermanos: uno se ocupa del reparto a comercios, otro de la producción, y él eligió la calle. No por necesidad únicamente, sino por gusto. “Me llama más la atención la calle, me gusta el trato con la gente”, cuenta, en diálogo con La Primera Mañana que se emite por AM550 . Ahí encuentra algo que no aparece en el reparto a negocios: tiempo para escuchar, para charlar, para conocer historias mientras vende.
El proyecto también tiene una decisión consciente: no competir con quienes salen a vender desde sus casas. Por eso Daniel buscó un producto distinto, que no estuviera tan presente en la venta ambulante, y armó su propuesta a partir de lo que ya produce en la panadería. La panadería móvil no reemplaza el local: lo complementa y lo expande.
Facturas y bizcochos al paso
En ese recorrido, la figura del padre aparece de manera natural. Fue panadero, fue referente del oficio y dejó una huella fuerte en la familia y en el rubro. Daniel no lo menciona desde la nostalgia, sino desde la continuidad: aprendió el trabajo acompañándolo desde chico y hoy lo honra haciendo lo mismo, a su manera. “Fue el referente de mi vida”, resume, sin necesidad de exagerar.
La respuesta de la gente terminó de confirmar que el camino era el correcto. Un video en redes, los mensajes que llegan, los saludos de quienes lo reconocen, el agradecimiento por gestos solidarios que la familia sostiene desde hace años. En la calle, entre facturas y bizcochos, Daniel Blasco no solo vende panificados: mantiene vivo un oficio, una forma de trabajar y una historia que sigue rodando, ahora, sobre ruedas.